Reflexiones: ¿Creación o evolución?
El tema de si nuestro origen como especie es producto de la creación divina o de la evolución de otras especies siempre ha sido controversial. Tanto la religión como la ciencia consideran que ya han dado respuesta a esa pregunta. Sin embargo, desde que Charles Darwin publicó en 1859 su teoría sobre el Origen de las especies por selección natural, mejor conocida posteriormente como teoría de la evolución, puso en aprietos a los creacionistas, quienes atribuyen el origen de las especies y por supuesto del hombre a la intervención divina. Pero, si bien es cierto que la teoría de Darwin explica como una especie evoluciona a partir de otra mediante la selección de los individuos más aptos de esa especie, la misma no explica cómo surgió a la vida la primera o las primeras especies, de la cual debieron evolucionar todas las posteriores, lo cual aún deja espacios abiertos al creacionismo y mantiene vigente la gran interrogante, ¿Creación o evolución?,
Muchos han visto en los planteamientos de estas teorías una de las principales confrontaciones entre la ciencia y las religiones, aunque el propio Darwin nunca se pronunció abiertamente en contra del creacionismo como la fuente del origen de la vida y la misma iglesia católica, quizás ante lo contundente de las evidencias de la evolución, ha querido ver en ella una manifestación más de la omnipotencia del creador.
Han surgido algunas teorías que han tratado de encontrar una explicación distinta al creacionismo y al evolucionismo, como es el caso de la teoría del “Diseño inteligente”, cuyo planteamiento básico es que, al ser evidente, según sus defensores, que hay inteligencia en el diseño de la creación, resulta también evidente que debe haber un creador responsable de esa inteligencia, lo cual hace de esta teoría una visión diferente, pero dentro de la misma línea creacionista, cuyo planteamiento se fundamenta básicamente en tres postulados:
- El principio antrópico, el cual establece que nuestro universo está bien afinado, con unas condiciones que hacen posible la vida y que no pueden ser atribuidas al azar.
- El principio de Complejidad irreductible, según el cual, todo sistema complejo está compuesto por varios componentes que interactúan para crear la función básica del sistema y al eliminar uno de esos componentes esa función básica se interrumpe. Además, establece que la selección natural no puede crear sistemas complejos, porque la selección actúa una vez que los sistemas ya están creados.
- El principio de Complejidad especifica. De acuerdo con este principio, cualquier cosa que tenga una probabilidad de ocurrencia espontanea de uno en 10150 requiere ser producido por una causa inteligente, es decir, debe ser diseñado.
Todos estos postulados han sido refutados por la comunidad científica por no cumplir con los criterios de su metodología. En lo personal, aun cuando los considero válidos, me parece que estos planteamientos más que demostrar la teoría que sustentan, buscan demostrar que la evolución no es capaz de explicar la complejidad de la creación. Pero tampoco comparto la posición de la ciencia de imponer el método científico como la única vía para decidir lo que es y lo que no es aceptable como verdad. Siempre me ha parecido cuestionable que los científicos se adjudiquen a sí mismos el poder de decidir lo que es y lo que no es verdad, con base en unos criterios establecidos por ellos mismos. Aceptaría que sea así, si el método científico fuera capaz de dar respuesta a todas las interrogantes que se ha planteado el hombre a lo largo de la historia, pero sabemos que no es así. Además, esperar que un ser falible como el humano pueda crear un método infalible para semejante tarea me parece igual que pretender que la fe pueda dar respuesta a todas nuestras interrogantes.
Pienso que la controversia entre creación y evolución se mantendrá mientras la ciencia no acepte que no puede haber evolución sin la creación previa de lo que evoluciona y que además su método tiene limitaciones importantes para explicar como ocurre esa creación sin una intervención inteligente. Para dar esa explicación la ciencia se basa en la teoría de Oparin, la cual básicamente plantea que la evolución química es inevitable y ella hizo que en las condiciones primitivas de la tierra los elementos inorgánicos se combinaran creando compuestos orgánicos cada vez más complejos, hasta evolucionar a los seres vivos que hoy conocemos y que además ese proceso ha contado con miles de millones de años para, a través de la selección natural de los compuestos más exitosos, alcanzar el grado de complejidad que hoy vemos en la creación.
De forma irónica, algunos detractores de esa teoría opinan que esperar que ocurra esa evolución desde los elementos inorgánicos más simples a la complejidad actual, es como meter las piezas de un reloj en una bolsa o talego y agitarla durante miles de millones de años y esperar que en algún momento podamos sacar de la bolsa el reloj funcionando, y además, con la hora exacta.
Para mí, más allá de la creación de vida en su versión más simple, que quizás algún día se logre en un laboratorio, pero no espontáneamente, sino con intervención humana, el reto más grande de la ciencia es explicar cómo se asocian los átomos para crear entidades muchos más complejas como la mente, la consciencia, el espíritu, el alma, cuyas explicaciones han escapado hasta ahora a la rigurosidad del método científico o simplemente la ciencia no ha aceptado su existencia, como es el caso del espíritu y el alma y además lograr que esos átomos se asocien sin una intervención inteligente. El día que la ciencia supere ese reto, consideraré la posibilidad de que Dios no exista. Más aún, cuando la ciencia descubra como esos mismos átomos adquieren consciencia de sí mismos a tal punto de preguntarse como adquirieron esa consciencia, entonces y solo entonces podré dudar de la existencia de un Dios creador, mientras tanto, entre el azar que nos ofrece como respuesta la ciencia y el Dios que nos ofrecen las religiones, me quedo con la opción de Dios. Sin embargo, siempre he tenido la duda si el Dios que adoran algunas religiones y creencias es la mejor versión que podemos tener, porque creo que la inteligencia que tienen la materia y la energía para asociarse e interactuar de la manera tan maravillosa como lo hacen pudiera ser precisamente ese Dios creador que tanto buscamos.
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Autor: Juan Sequera. Autor de la familia de Hermandad Blanca