Reflexiones: La razón de existir

Desde el punto de vista espiritual una de las preguntas más importante que nos podemos hacer es, ¿cuál es la razón de existir?, ¿para qué estamos aquí?, las respuestas a estas preguntas yo lo llamo el propósito de vida, el cual va a definir en gran parte lo que haremos mientras estemos aquí. Sin embargo, hay personas que nunca se han hecho estás preguntas y es posible que nunca se las hagan. Para esas personas la vida no tiene ningún sentido más allá de la propia existencia.

Como miembros del reino animal, la única razón de nuestra existencia sería reproducirnos para garantizar la continuidad de nuestra especie y para ello sería suficiente satisfacer nuestras necesidades fisiológicas básicas y así lograr nuestra supervivencia. Sin embargo, hasta donde se sabe, a diferencia de otros animales, el hombre como ser pensante siempre le ha buscado un sentido a su vida más allá de la simple reproducción y la supervivencia y en esa búsqueda ha encontrado caminos intermedios entre los extremos que consideran que la existencia no tiene ningún sentido hasta los que piensan que su sentido es intrínseco a la propia existencia. A través de esos caminos intermedios el hombre le ha encontrado o le ha dado alguna razón al hecho de estar aquí.

En ese grupo que le ha encontrado un sentido a su existencia, hay algunos que consideran que el sentido de su vida es alcanzar el máximo desarrollo personal en todos los ámbitos que sean de su interés. Para lograrlo se esfuerzan por aportarle algo nuevo al mundo a través de su trabajo y su creatividad. También se esfuerzan por mantener relaciones afectivas sinceras y enriquecedoras con sus semejantes y por conocerse a sí mismos aceptando sus limitaciones como propias de su condición humana y aprovechando sus fortalezas para lograr sus metas. Además, mantienen una actitud positiva ante las situaciones problemáticas y una inquietud constante por saber más. Estas personas logran su autorrealización a través de su propio esfuerzo, enfocados en su crecimiento personal.

Hay otros que le dan sentido a su existencia haciéndose plenamente responsables de su proyecto de vida, de lo que quieren hacer, de lo que hacen y de lo que dejan de hacer. Construyen su existencia sobre valores muy claros que les sirven de guías en la toma de sus decisiones. Para estas personas está muy clara la diferencia entre la vida y la existencia, la primera se nos da y se nos quita sin que podamos hacer nada para evitarlo, mientras la segunda la construimos con nuestras acciones. No culpan a nadie de sus adversidades, porque están conscientes de ser los responsables de su propia existencia.

Hay un tercer camino que es el que toman los seguidores de las religiones, para quienes el sentido de la existencia no pertenece a este mundo. Para ellos la existencia humana es un medio para alcanzar un fin que está más allá de esta realidad, que está en el campo de lo sagrado, de lo divino. El sentido de la existencia de estas personas es la búsqueda de la redención que les permita superar sus debilidades humanas y trascender al plano de lo divino.

Pero al igual que existen esos caminos positivos de autorrealización, también encontramos personas que escogen senderos negativos para darle, o más bien para no darle, un sentido a su existencia. Así encontramos personas que en lugar de buscar autorrealizarse positivamente, dejan que su vida transcurra en la inactividad, en el aburrimiento y en la apatía. Para ellos el aislamiento y el egoísmo les son naturales. No están conscientes de sí mismos ni de sus limitaciones, ven el mundo a través de los “lentes oscuros” del pesimismo y no tienen ningún interés por adquirir nuevos conocimientos. No se sienten responsables por nada de lo que les ocurre y siempre están dados a echarle la culpa a otros de lo que “les pasa”. Su proyecto de vida es una hoja en blanco que tendrán que escribirla otros.

Hay otras personas cuyo único valor es el “todo vale” en esta vida. Viven sin principios éticos ni morales y son capaces de cualquier cosa para lograr sus fines, lo cual incluye hacerles daño a otras personas sin importar las consecuencias.

En cuanto a la religiosidad, el camino contrario es el ateísmo, que es el convencimiento que no hay nada trascendente en esta vida que requiera de nuestra redención para ser alcanzado. Es común que esta vía conduzca a quienes la transitan a la egolatría y la autosuficiencia.

Es importante señalar que las opciones descritas anteriormente, tanto del lado positivo como del negativo, no son excluyentes. Por el contrario, en el caso de las opciones positivas, complementar unas con otras nos va a dar un propósito de vida mucho más completo y trascendente en las consecuencias positivas en nuestras vidas. En cuanto al lado negativo, es obvio esperar que complementarlas no puede tener otro resultado que consecuencias nefastas en nuestras vidas.

Mi objetivo con esta reflexión es mostrarle al lector las opciones que algunas personas han encontrado para darle un sentido a su existencia e invitarle a buscar, si aún no lo tiene, ese propósito de vida que todos necesitamos para darle respuesta a esa gran pregunta: ¿para qué estamos aquí?, ¿cuál es nuestra razón de existir?

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Autor: Juan José Sequera. Autor de la familia de la Hermandad Blanca