Reflexiones: ¿Qué somos o qué no somos?

Roberto Mercher

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Siempre he pensado que la vida es el camino que nos ha dado Dios para regresar a nuestro origen, para regresar a él y en ese encuentro lograr la felicidad que todos anhelamos, pero por muchas razones hemos olvidado cuál es el verdadero camino para encontrarla y por eso la seguimos buscando a través de muchas vías, como el éxito, la fama, el dinero, la vanidad, el placer, las drogas, el alcohol, qué somos y cómo sentirnos satisfechos, cuando lamentablemente estos caminos nos conducen a otros destinos muy distantes del objetivo inicial de ser felices.

Esa búsqueda infructuosa de la felicidad por caminos errados es lo que ha llevado a muchas personas con éxito, dinero y fama a situaciones muchas veces inexplicables como alcoholismo, drogadicción y hasta al suicidio. También hay muchas personas que después de haber transitado por esos caminos terminan en sectas o grupos religiosos que a veces no son la mejor elección, aunque hay que reconocer que a veces hacen la elección correcta y terminan en el camino que los puede llevar finalmente a la meta que querían alcanzar desde el inicio.

¿Cómo podemos  encontrar el camino correcto que nos conduzca a descubrir qué somos?

Pienso que ese camino es el que nos lleve finalmente al destino que buscamos, el cual va a depender de nuestras creencias. Para los judíos será Shamayim o Cielo, para los musulmanes Yanna o Jardín, para los Hindúes Swarga, para los cristianos el reino de Dios y para los budistas el Nirvana o liberación de la consciencia.  En todos esos lugares, o estados mentales o de consciencia, en el caso del budismo, esperamos encontrar la fuente eterna de felicidad. Sin embargo, grandes Maestros han dicho que no busquemos afuera lo que llevamos dentro y pienso que esa es la clave. Con excepción del budismo y otras creencias, especialmente orientales, la mayoría de las religiones han concebido nuestro encuentro con Dios en un lugar con características extraordinarias, cuando en realidad pienso que Dios y su reino no son algo tangible que podamos percibir con nuestros sentidos, que se trata de un estado del Ser que solo podemos percibir a través de nuestra alma o consciencia  y que en ese estado nos sentiremos integrados al resto de la creación y en absoluta paz interior, con lo cual es imposible no ser felices.

Lo anterior no suena imposible de lograr, pero grandes Maestros llevan cientos, quizás miles de años tratando de mostrarnos como alcanzar esa paz interior y no son muchos los puedan afirmar que la han logrado. Entonces, ¿cuál es la clave para encontrarla?, ¿cuál es el secreto para lograrlo?

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Como yo lo veo, no se trata de alguna clave ni de algún secreto, porque la paz interior debería ser nuestro estado natural. Sé que eso suena extraño y hasta insólito, pero es así. La pregunta no es, ¿cómo la alcanzamos?, sino más bien, ¿por qué la perdemos?, si analizamos la vida del ser humano desde la concepción hasta la muerte, encontraremos que en nuestra primera etapa de la vida, en el vientre materno, nuestra sensación de seguridad y paz debe ser muy alta, gracias al aislamiento que tenemos del mundo exterior. Al nacer, tenemos nuestro primer encuentro con el enemigo de nuestra paz que nos va a acompañar el resto de nuestras vidas, tenemos nuestro primer encuentro con el miedo. Afortunadamente no lo recordamos, pero debió ser terriblemente impactante esa transición desde la tranquilidad de la vida intrauterina al desconocido mundo exterior. Sin embargo, superado ese primer encuentro, una vez adultos, la mayoría nos atrevemos a afirmar que la niñez, salvo pocas excepciones por motivos extraordinarios, es un periodo feliz, sin las preocupaciones que afrontaremos más adelante.

A medida que crecemos y nos integramos a la sociedad, inclusive, en algunos casos, desde la adolescencia, vamos perdiendo ese estado de armonía interior del que gozamos de niños, el cual va siendo sustituido por un estado de perturbación, ansiedad y algunas veces de angustia que puede llegar a agobiarnos.

Si revisamos bien porque perdemos ese estado de paz inicial, nos daremos cuenta que el perturbador común es el miedo. El miedo es el principal enemigo de nuestra paz interior, desde el miedo más trivial y a veces tonto, hasta el más profundo y de cuya causa a veces ni siquiera estamos conscientes.

Sentimos miedo a ser abandonados, no ser amados,  hacer el ridículo,  enfermarnos,  perder el trabajo, no tener dinero, morir y pare usted de contar. Sentimos miedo de casi cualquier cosa que nos podamos imaginar.

¿Por qué sentimos tantos miedos?

El motivo de nuestros miedos está en la ignorancia de lo que realmente somos. “La verdad os hará libres”, dijo un sabio Maestro. ¿Y cuál será esa verdad a la que se refería?, creo que esa verdad que al ser develada nos hará libres es saber, comprender y aceptar lo que realmente somos. Nuestra primera y gran confusión es que somos nuestro cuerpo y al adquirir consciencia de lo vulnerable que es, es natural que sintamos miedos, sobre todo a que sufra algún daño o el peor de los daños, que es perderle al morir. Sin embargo,  para un buen observador es claro que no somos nuestro cuerpo, al cual nos referimos como si fuese algo distinto y separado de quien se manifiesta a través de él. También nos aferramos a nuestros pensamientos, emociones y sentimientos y a través de ellos llegamos a pensar, incluso a convencernos, que somos nuestra mente, pero al igual que con el cuerpo, si nos fijamos bien, nos podemos dar cuenta que nuestra mente está en alguna parte distinta a la nuestra, que la podemos observar desde donde estamos, pensando y sintiendo, como algo externo a nosotros, por lo que podemos concluir que tampoco somos nuestra mente. Pero entonces, ¿qué o quiénes somos?

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Yo no me atrevería a afirmar qué o quiénes somos, simplemente diría que somos “algo” distinto a lo que normalmente pensamos ser y que ese “algo” no puede ser afectado por nada de aquello que nos genera miedo. Porque todo lo que nos genera miedo puede afectar nuestro cuerpo y nuestra mente, a través de nuestros pensamientos, emociones y sentimientos y tal como hemos visto, nosotros no somos ellos.

El día que entendamos y aceptemos que somos “algo” distinto a lo que creemos ser, bien sea que lo llamemos alma, espíritu o consciencia, desaparecerán nuestros miedos y con ello reaparecerá esa paz interior que hemos perdido y en ella encontraremos a ese Ser, ese lugar o ese estado que tanto anhelamos en el cual seremos de nuevo como niños felices sin ansiedades ni angustias que nos perturben.

 

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Autor: Juan José Sequera. Autor de la Hermandad Blanca

5 comentarios

  1. estamos en el mismo nivel espiritual estoy de acuerdo es hacia adentro que tenemos que mirar , laborar internamente ,gracias NAMASTE

    1. Gracias Elmer por tu comentario. Pienso que hemos olvidado que somos "El Aliento de Dios" y seguimos buscando afuera lo que realmente somos.

  2. buenos dias hermanos me gustan sus temas que publican mi opinion es que les falto hablar de los aportes que hizo el maestro sidarta gautama y hare krisnha sobre este tema buda en sus 4 nobles verdades menciona que son los deseos materiales y pasionales lo que condicionan al ser humano a sufrimientos y enfermedades y krinha dice en el bagabadita el origen y el fin de todos las formas de modos que condicionan al ser al sufrimiento una disculpa por no exponer completos los dos puntos de vista bendiciones a todos¡

    1. Gracias Ricardo por tu comentario. Los aportes del Buda y Krishna al crecimiento espiritual de la humanidad son tan amplios que resulta algo difícil incluirlos en un artículo tan breve, pero considero muy válida tu opinión y la tomaré en cuenta.

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