Reflexiones XIX ~ Sólo a través del “Hijo” llegaréis al “Padre”
27 de junio del 2012
Hoy he sentido el impulso desde lo interno de escribir – hablar – sobre un tema que me ha llamado la atención al observar en mi interacción con mis amigo(a)s y hermano(a)s del mundo en los últimos años, tiempo en que se ha dado en la Tierra y la humanidad una acentuación de la polaridad luz-oscuridad, un recurrente volver y apego a sistemas de creencias ya esclarecidos, y por ende obsoletos, para las personas que caminamos el sendero de la nueva espiritualidad.
Durante siglos y milenios se ha tratado de frenar el auge de la Luz, pero en las recientes décadas, en virtud del avance gigantesco e indetenible de la Luz, la oscuridad ha jugado más a disfrazarse y penetrar los ámbitos espirituales para tratar de confundir y desviar a los más incautos y con menos discernimiento y así poder perpetuar su dominio sobre la humanidad, y en muchos casos lo ha logrado, desafortunadamente. Una de las tácticas que ha utilizado y sigue utilizando con cierto resultado es el mantener los viejos sistemas de creencias, muchos de ellos basados en malinterpretaciones, tergiversaciones y mentiras premeditadas, de una manera renovada, maquillada, no obstante la abundante información con alto conocimiento espiritual y la abundancia de nuevas revelaciones y enseñanzas de sabiduría que constantemente nos han venido transmitiendo toda una pléyade de Seres de Luz a través de mensajes canalizados.
Pero no me voy a detener en esa situación ni voy a dar mayor energía a ese síntoma normal y natural de una realidad de tercera dimensión decadente y un tiempo de profundos cambios trascendentales. Lo que sí deseo plantear es la observación de que muchos hermanos y hermanas del camino espiritual o bien conservan profundas confusiones en torno a ciertas revelaciones o siguen aferrándose a viejos paradigmas religiosos, produciéndose en su consciencia una significativa mezcolanza de conceptos y especulaciones mentales, falacias y verdades.
Deseo hablar específicamente hoy de un conocimiento espiritual que ha estado permanentemente enriqueciéndose en las últimas décadas y los últimos años, gracias a la amorosa labor de los guías espirituales que nos han venido asistiendo y que hoy en día nos asisten cada vez con mayor amplitud. Y estoy hablando de que esto nos lo han venido comunicando gran cantidad de maestros que han caminado la Tierra desde hace milenios y siglos, como fue el caso del Maestro Yeshua, cuando dijo, según registra la Biblia: “Sólo a través del Hijo llegaréis al Padre”. Esto, por supuesto, dio pie a una gran andanada de interpretaciones, tergiversaciones y manipulaciones, cada una a la medida del interés de cada quien. Pero afortunadamente hubo quienes sintieron la profunda y elevada verdad de esta afirmación del maestro. Hoy, los que caminamos el sendero de la nueva espiritualidad hemos recibido de parte del propio maestro Yeshua la verdad en torno a lo que él encarnó y personificó: el Cristo; el Cristo como una energía, una consciencia, que él muchas veces dijo está en cada uno de nosotros. Lo que se creó en base a la figura de Yeshua ben Yosef y sus enseñanzas, utilizadas y manipuladas, ya lo sabemos y no es necesario agregar más al asunto. Pero es un buen punto para introducir el tema del que deseo hablar aquí, porque lo que creo nos están transmitiendo los Maestros Ascendidos, los Arcángeles y otros Seres de Luz es para que tengamos un cuadro claro sobre nuestro ‘árbol genealógico’ espiritual.
He estado reflexionando sobre esto y he sentido el impulso interno de hablar sobre ello porque considero que es sumamente importante concientizarlo para desprendernos definitivamente de las viejas conceptuaciones religiosas y para nuestro firme avance en la Luz; de lo contrario no lo hubiese dicho ya entonces el maestro Yeshua y no nos lo seguirían instruyendo los guías; es vital que veamos exactamente lo que se nos ha estado explicando para que nuestra práctica espiritual y nuestro proceso interno personal sean más efectivos y liberadores.
Los guías nos han explicado en muchas ocasiones que somos la encarnación en el mundo físico, material de tercera dimensión de un alma, que a su vez es un fractal de un alma mayor, quien a su vez es un aspecto de un Ser aun mayor, llámese Mónada o Divina Presencia Yo Soy o Ser Superior, quien a su vez es un aspecto del Dios Padre y Madre de este universo, y éste a su vez del Creador Supremo del Cosmos, y tal vez haya que decir y así sucesivamente… Los guías nos han comunicado reiteradamente la importancia de establecer – restablecer – el contacto con nuestra alma, con nuestro Yo Interior, como vía natural de conexión o reconexión interna, consciente, con nuestra Divinidad, para así comunicarnos en última instancia con el Supremo Creador. Y siento la importancia trascendental de seguir la línea natural ascendente de los aspectos de nuestro Ser Multidimensional e infinito y no saltarnos todos estos planos, y de buscar alinearnos en nuestro interior con la instancia más inmediata de nuestro ser, nuestra alma, allí donde mora la eterna chispa divina, que es dentro de la unicidad inmanente del Todo Lo Que Es una eterna unidad individual de consciencia.
Pero a pesar de tanta enseñanza de parte de los maestros guías, observo que aun muchos hermanos y hermanas continúan siguiendo paradigmas teosóficos establecidos desde hace muchos siglos por las grandes religiones, fundamentados en su mayoría en sistemas de creencias a su medida y conveniencia, saltándose toda una línea ascendente interna para llegar directamente al Supremo Creador.
Nunca practiqué mucho el cristianismo realmente, ya que desde muy joven me sentí atraído por otras corrientes religiosas y espirituales, pero esa frase del maestro Yeshua que he traído aquí a colación siempre encerró para mí un misterio, una clave que algún día habría de descifrar, al igual que otras afirmaciones registradas en las escrituras.
Por tanto, quiero compartir, hermanas y hermanos, la comprensión que tengo hoy en cuanto a este punto e invitarles a observar su comprensión, toda vez que siento en mi corazón que esto es vitalmente importante y necesario para nuestro avance espiritual, mas cuando estamos esforzándonos tanto por sumarnos al grandioso proceso del despertar de la humanidad, de expansión de la consciencia, de elevación de nuestra vibración y nuestro cociente de luz para así sintonizarnos con los cambios energéticos que se están dando en este momento en la Tierra y lograr la tan ansiada ascensión a planos superiores de realidad y existencia.
Comprendo que no puede haber ascensión ni salto cuántico si no logramos nuestra conexión y alineación interna con nuestra propia alma y nuestro propio ser interno multidimensional, si no nos integramos dentro de nosotros mismos con esa chispa de Dios dentro de cada uno de nosotros. Creo y siento que ese es el camino natural de nuestra ascensión. Creo que antes de pretender llegar al “Padre”, debemos tratar de llegar al “Hijo”, esa Chispa Divina, eterna, que es el núcleo de nuestro ser, donde somos uno con todo el universo, todo el cosmos y toda la Creación, y que nos une a toda nuestra multidimensionalidad y divinidad y a la Consciencia Suprema, de la cual somos diminutos fractales. Pero en esa unión interna con nosotros mismos, en esa comunión con nuestra propia alma, somos a la vez parte de esa gran, inconmensurable e insondable Consciencia Cósmica.
Empecemos por integrarnos en y con nuestro propio Yo, nuestro propio Ser; por conectarnos con nuestra alma, con nuestro Yo Interior, con la certeza de que de este modo nos estamos conectando con todo nuestro gran Ser Multidimensional, y así estaremos uniéndonos, reuniéndonos, conscientemente con Dios, habremos retornado a la Consciencia de Dios.
Cuando seamos capaces de ver y sentir la luz de esa Chispa Divina que en esencia somos, estaremos en condición y en camino de ver la Luz de Dios.
Hemos pasado buena parte de nuestra vida mirando a un cielo insondable o enfocando nuestra consciencia en nuestras meditaciones en un punto indefinido del infinito cielo para invocar a Dios, a un Dios que en el fondo de nuestra más profunda creencia percibimos tal vez distante, casi inaccesible, para buscar al Dios Supremo, para hablarle, y aun hoy, a pesar de todo el conocimiento que se nos ha impartido sobre la presencia de Dios en nuestro corazón, seguimos haciéndolo.
Cada quien puede establecer – restablecer – su conexión con su propio Yo interior, con su propia alma, en función de hacerse consciente de su propia y eterna conexión interna con Dios y con el Todo, de la manera que le indique su corazón. Yo siento que mi manera de hacerlo es a través de la práctica del YO SOY, sintiendo y visualizando ese ‘YO’ cuando lo pronuncio, mentalmente o en voz alta, vibrando en el centro mismo de mi Llama Divina, de la Chispa Divina que es la esencia de mi ser, y entendiendo por SER el manifestarme en el aquí y el ahora, algo así como traer mi ‘cielo’ a tierra. Y es que creo en mi corazón que “Yo soy” es la potente afirmación que pone en acción a nuestro ser y nuestro poder divino, y que quienes somos y lo que somos y todo lo que podamos desear en nuestros más elevados y sublimes sueños está contenido en esa Chispa Divina. Es decir, para mí, SER es manifestarnos. No encuentro otra definición más apropiada para la palabra SER.
Entonces sugiero enfocar nuestra consciencia en el centro de nuestro corazón, visualizar esa Chispa Divina que somos en esencia y unir nuestro yo externo con nuestro yo interno, ser uno en uno mismo; y desde allí, con plena y profunda certeza de nuestra autoridad divina, SER, aquí y ahora. Creo que ese es nuestro plan álmico, nuestro plan divino y nuestra misión en la Tierra en esta encarnación, y que estamos preparados para hacerlo, que tenemos las herramientas para hacerlo.
Busquemos primero al Dios individualizado en nuestro corazón y así estaremos reencontrándonos conscientemente con el Creador Supremo.
Yo Soy, aquí, ahora, el que Yo Soy.
Un abrazo desde la total plenitud de mi ser.
Oscar Salazar
~OjS~
27.06.2012
Imagen: Manuela Grimm