Saliendo del Laberinto por Christian Franchini
Todas las culturas de alguna manera han reflejado en los Laberintos una prueba que debía resolverse tanto dentro como fuera del Iniciado. Un desafío que en nuestros días también tiene su significado tanto simbólico como un proceso que ocurre en nuestro psiquismo y en nuestra dimensión física/biológica, que nos permite acceder a un estado al que denomino, de “evolución consciente”
En los diferentes viajes que realicé en estos años a distintos lugares sagrados, me he llevado la sorpresa de encontrar antiquísimos laberintos (y otras veces no tan antiguos), También pude escuchar las diferentes explicaciones de los lugareños sobre su origen y motivo de construcción, haciendo referencias a antiguos mitos y en otros lugares el objetivo de estas construcciones quedó en el olvido, siendo en muchos casos simples atracciones turísticas.
¿Dónde podemos encontrar estos Laberintos?
La respuesta es más sencilla de lo que parece, no hace falta viajar mucho… Así como en nuestra naturaleza interior tenemos nuestro propio Templo también tenemos nuestro propio laberinto del que tenemos que salir, pero antes debemos llegar al centro creando un espacio de convergencia.
No nos enredemos… vallamos por partes, ya se habrán dado cuenta que nuestro laberinto es nuestro propio cerebro, en su morfología bien lo representa, pero más en su intrincada relación de sinapsis con información muchas veces contradictoria. Ya sabrán que cada hemisferio cerebral cumplen funciones diferentes, el izquierdo se encarga de los aspectos lógicos y el derecho de lo creativo. Por nuestra educación tendemos a utiliza más el lado lógico del laberinto, digo.. del Cerebro, quitándole el espacio a la función creadora como verdadero potencial no explorado. Quedando perdidos en los pasillos de nuestros pensamientos racionales.
¿Pero qué representa un Laberinto realmente?
Nuestro laberinto (cerebro) en el cual estamos atrapados, representa el desafío de encontrar el punto de convergencia o salida que nos permita acceder a otro tipo de conciencia expandida. Representa un mapa que debemos literalmente “descubrirnos” (no descubrirlo) desarrollando y conectando ambos lados o hemisferios, hasta equilibrarlos, así lograr abrir esa Puerta.. que no está visible desde la razón o la lógica.
Seguramente por esta razón Albert Einstein dijo: “No podemos resolver problemas usando el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando los creamos”.
Ya veremos que no solamente para resolver problemas necesitamos salir del laberinto…
¿Por dónde se sale del laberinto?
Esa pregunta encierra la clave para comenzar a delinear una estrategia para dejar el laberinto que nos mantiene atrapados en la dualidad y en las falsas promesas de felicidad. Debemos llegar al centro de nuestro laberinto y lograr cambiar de perspectiva… dejar de ver el laberinto en 2 dimensiones para lograr verlo en 3D.
Pero para ello necesitamos ver nuestra situación desde otro ángulo, “salirnos de la escena” y subirnos a la “montaña” para entender donde estamos atrapados y comprender por donde salir… Esto era conocido por los chamanes cuando recurrían al don de la “Visión” o como aquellos místicos que llegaron a la “Iluminación” logrando ver la totalidad y no los fragmentos de un rompecabezas. Debemos hoy alcanzar ese nivel e Maestría.
Por esta razón, del laberinto se sale mirándolo desde un nivel más alto. Es decir se sale por Arriba. Para ello tendremos las señales que irán apareciendo y debemos aprender a reconocerlas.
¿Y después qué…?
Una vez que logramos conectar ambos hemisferios cerebrales entre sí, estaremos en condiciones de cruzar el Puente que nos conduce al Corazón, sin interferencias, accediendo a una espiral ascendente que nos permitirá subir una octava superior hacia un estado de conciencia expandido, habiendo integrado no solo los hemisferios cerebrales sino que habremos equilibrado nuestra energía eléctrica y magnética, entonces sentiremos que estamos comenzando a recorrer nuestro Camino de Regreso. Hacia la Fuente Creadora de donde provenimos.
Christian Franchini
Grupo Gnóstico Millenium