Tu actitud es un reflejo de tu nivel de consciencia
«Todo es cuestión de actitud«, es una frase que se escucha con mucha frecuencia. Y la actitud es consecuencia directa del nivel de consciencia de cada persona. La forma en la que actuamos depende de nuestro entendimiento del mundo que nos rodea y de la interpretación que hacemos de la realidad. Y ese entendimiento se refleja en lo que somos, a través de lo que pensamos y de lo que sentimos.
Ser, pensar y sentir es lo que nos lleva a actuar
Ser, pensar y sentir es lo que nos lleva a actuar. Ese es el orden de manifestación de la realidad del ser humano, y lo hace desde adentro, desde su mundo interior, aunque muchas veces no nos damos cuenta debido a que el sistema en el que vivimos nos induce a fijar nuestra atención continuamente hacia afuera, tal como ya lo he explicado en este artículo.
Ser, pensar y sentir son verbos que se manifiestan en diferentes planos. Ser, por ejemplo, es una acción que ocurre en el plano espiritual, también conocido como plano búdico. Así mismo, pensar es algo que hacemos en el plano mental, mientras que sentir es una experiencia que ocurre en el plano emocional. Y la combinación de estos tres verbos es lo que se manifiesta en el plano físico como actitud.
A nivel etimológico, la palabra actitud «proviene del latín «actitūdo», una derivación de la palabra «acto», del latín «actus», adicionándole a la raíz de la palabra el sufijo «tud», que confiere cualidad. Así, actitud es la «cualidad de acción«, pasividad o dinamismo, ánimo o desánimo«, lo que nos indica que la palabra actitud implica acción.
Nuestra actitud se origina en nuestro mundo interior
Pero esa acción, que es externa, no tiene su origen afuera de nosotros. Todo lo que hacemos, la manera en la que nos comportamos, nuestra actitud, tiene su origen adentro de nosotros. Se origina en nuestro mundo interior, el cual está dividido en diferentes planos de existencia, que a su vez están asociados a diferentes niveles de consciencia, y a los cuales se accede a través de cada de uno de los 7 chacras principales, tal como se indica en la siguiente figura.
Cada ser humano tiene conexión con cada uno de esos planos, aunque en ocasiones, esa conexión puede verse interrumpida o interferida por diversos factores, lo que generará distorsiones en nuestra manera de actuar y de percibir el mundo. Pero, en una situación ideal, un ser humano debería tener acceso a cada uno de estos planos y niveles de consciencia.
Ahora bien, en donde se encuentra puesta la atención de un ser humano es lo que determina su nivel de consciencia. Por ejemplo, si la atención de una persona está puesta principalmente en lo emocional, pero enfocada en sus relaciones con los demás, podemos decir que esta persona se encuentra en el nivel de consciencia de Dolor y Sufrimiento. Vive su vida en función de cómo se relaciona con los demás. Y todo esto es interno para esa persona. Todo esto ocurre adentro de ella misma, en lo que me gusta llamar su mundo interior.
Nuestra actitud se manifiesta en el mundo exterior
Pero también existe el mundo exterior. Lo que ocurre afuera del ser humano y que corresponde al plano físico, es el mundo exterior, también conocido como el plano de la demostración, ya que allí se manifiesta todo aquello que existe en nuestro mundo interior. El plano físico es el plano donde se manifiestan los efectos originados en nuestro mundo interior, en todos y cada uno de los planos en los que existimos.
Me gusta imaginar cada uno de los planos adentro de nosotros como esferas concéntricas, cuyo centro es nuestro Ser. Esferas que se encuentran una adentro de la otra, cuya esfera más externa correspondería al plano de más baja frecuencia, que es el etérico, mientras que la esfera más interna correspondería al plano de más alta frecuencia, que es el átmico.
En mi entendimiento actual, la segunda, tercera y cuarta esfera (tres de las cuatro esferas más externas), que corresponden a los planos emocional y mental, contienen la energía de todo aquello que aún no hemos entendido del mundo físico. En cada una de esas esferas se encuentran todas nuestras creencias, todas nuestras hipótesis, todo aquello que aún no hemos logrado comprender o que estamos en proceso de entender.
A partir de la quinta esfera de consciencia es que empezamos a entender. Cuando logramos acceder a la quinta esfera de consciencia o a alguna esfera superior es cuando nos liberamos de dogmas y de antiguas creencias. Al alcanzar esa esfera nos hacemos más críticos en el análisis de todo cuanto ocurre, pero ya no desde una perspectiva de competencia con los demás o del miedo, sino por el legítimo deseo de alcanzar el entendimiento. Es así que nos libramos del ego y actuamos desde el Ser.
Entonces, si actuamos desde las primeras cuatro esferas de consciencia, lo estaremos haciendo desde el ego. Es decir, desde nuestra mente y desde nuestras emociones. Mientras que si actuamos desde la quinta esfera de consciencia o alguna superior, lo estaremos haciendo desde el entendimiento que nuestro Ser haya alcanzado. Nuestra actitud es la manifestación del balance entre lo que hemos entendido (Ser) y lo que aún nos falta por entender (ego).
Tu actitud es un reflejo de tu nivel de consciencia
Aquí es importante señalar que el nivel de consciencia de una persona no es estático. Esto quiere decir que en ocasiones yo podría actuar desde la supervivencia, y en otras ocasiones podría hacerlo desde el poder. El nivel de consciencia solo determina la esfera en la cual colocas tu atención la mayor parte de tu tiempo, pero en un mismo día podrías actuar desde varios niveles de consciencia diferentes.
Por ejemplo, si yo he alcanzado el entendimiento de que «todo lo que le hago a los demás me lo hago a mí mismo«, entonces no hablaré mal de nadie, y evitaré a toda costa actuar en perjuicio de otra persona, ya sea que la conozca o no, porque entiendo que todo el daño que le cause a otra persona me lo estaré causando a mí mismo. En este caso, mi actitud reflejará mi entendimiento. No es algo que tendré que recordar. Simplemente, ante una situación que me impulse a causar un daño a otra persona, no lo haré. Entonces, para esta situación específica estaré actuando desde el quinto nivel de consciencia que es amor expresado.
Pero, y siguiendo con el mismo ejemplo, si aún no entendido que «en esencia, todos los seres humanos somos uno y parte de lo mismo«, entonces discriminaré a algunas personas por su raza, sexo, religión, creencias políticas o por cualquier otra razón, ya que aún no he entendido que todo aquello que nos separa es una ilusión. Y mi actitud reflejará mi nivel de consciencia, que en este caso podría ser el tercer nivel de consciencia, que es poder.
Y ambas situaciones podrían ocurrir el mismo día, por lo que mi actitud puede reflejar diferentes niveles de consciencia dependiendo de cual sea la situación que esté enfrentando, aunque mi nivel de consciencia «global» lo indicará en dónde coloco mi atención con mayor frecuencia.
Coherencia como resultado de un nivel de consciencia elevada
Cuando actuamos desde el quinto nivel de consciencia, que es Amor Expresado, nos mostramos coherentes en nuestra actitud. Siempre actuamos de la misma manera de cara a una situación en particular. Esto ocurre porque de esa situación ya hemos entendido todo lo que había que entender y, por tanto, ya nos conocemos el camino. Eso es lo que nos da coherencia en nuestra actitud. Ya sabemos. Y si sabemos, no hay posibilidad de error.
Pero, cuando actuamos desde alguno de los cuatro niveles de consciencia más bajos, significa que aún hay cosas que debemos entender, lo que nos lleva a actuar de acuerdo con las circunstancias. Por ejemplo, si estoy con mi hija y veo que ella está tratando de forma grosera a otra persona, la reprendo. Pero diez minutos más tarde soy yo quien trata de forma grosera a la cajera en el supermercado. Allí mi actitud es completamente incoherente, producto de cosas que aún no he entendido y que se encuentran en algunas de las cuatro primeras esferas de consciencia.
Puede que, por ejemplo, en mi esfera mental yo tenga aún el concepto de que yo soy mejor que una cajera porque mi trabajo es «mejor» que el de ella. Así que ese concepto grabado en mi mente me hará actuar desde la superioridad con ella. Y eso se verá reflejado en mi actitud, mientras yo no cambie ese concepto en mi mente.
Todo lo que aún no he entendido se repetirá en mi vida
Entonces, eso que aún no he resuelto y que quedará en alguna de las cuatro esferas inferiores de consciencia, me hará atraer hacia mí personas, eventos y circunstancias que me conducirán inevitablemente a repetir esa misma situación una y otra vez hasta que entienda lo que me falta por entender.
Con esto, lo que quiero transmitir es que todas aquellas situaciones que se repiten en mi vida se deben a que me falta algo por entender aún. Por tanto, la energía de ese algo se mantiene en alguna de las cuatro esferas de consciencia más bajas. Y la única manera de liberar esa energía es a través del entendimiento, para lo cual necesito de la experiencia. A través de la experiencia es que se alcanza el entendimiento. Por tanto, si no he entendido algo, con seguridad tendré que experimentar situaciones similares a las que ya viví, lo que me dará la oportunidad de entender aquello que me falta.
En cualquier caso, todo cuanto me ocurre representa una oportunidad para entender algo que antes no había entendido, siempre que esté atentos a ello. Cuando no lo estoy, todo cuanto me ocurre es una infinita repetición de eventos sin sentido para mí, simplemente porque no estoy prestando atención…
El entendimiento hace que cambie de actitud
¿Qué ocurre cuando ya he alcanzado el entendimiento? Que el entendimiento viene acompañado de un cambio de actitud, que es su evidencia más sólida. Cuando cambio mi actitud significa que cambié algo adentro de mi. O, dicho de otra manera, liberé energía atrapada dentro de alguna de mis esferas de consciencia, lo que me hace una persona más coherente en mi actitud.
Entonces, en conclusión, mi actitud es un reflejo de mi mundo interior. Y mi mundo interior es la suma de todo lo que he entendido y de todo lo que me falta aún por entender. Cuando he entendido todo lo que hay por entender sobre algo, opero en el quinto nivel de consciencia para ese algo: Amor Expresado, que es el nivel de consciencia del Ser. Y esto lo reflejo en el mundo físico como una actitud coherente. Es decir, actúo siempre de la misma manera en relación con ese entendimiento. No es algo que tenga que recordar. Simplemente actúo conforme a lo que he entendido. Así es como demuestro coherencia en mi actitud.
Para todo aquello que aún no he entendido o que he entendido parcialmente, reacciono de forma diferente dependiendo de las circunstancias, lo que me hace ver como una persona incoherente. Mi actitud varía dependiendo de las circunstancias y los factores asociados a ellas. Y, cuando eso ocurre, implica que estoy actuando desde el ego, en uno de los cuatro niveles de consciencia más bajos.
Así que, si queremos avanzar en nuestro proceso de evolución, vale la pena prestar más atención a los eventos que ocurren en nuestras vidas para tratar de entender aquello que la situación que estamos experimentando nos está mostrando. Y todo aquello que logremos entender quedará reflejado en nuestra actitud.
AUTOR: Rafael Bueno, redactor en la gran familia de hermandadblanca.org
Totalmente de acuerdo proyectamos lo que llevamos adentro, es como que hasta que no pasas el grado se repeti el grado. Gracias por el articulo . Todos Somos uno con el y parte de EL.