Adopción: El acto de amor más sublime

Kikio
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Amar a un bebé sin hogar, representa amor sublime y desinteresado

La incapacidad física de convertirse en padres biológicos abre un horizonte de amor incondicional

Para la gran mayoría de parejas en el mundo, ser padres representa la cúspide aspiracional. La meta de consolidación sobre la unión entre dos personas que han fundado un hogar y desean una familia propia. Sin embargo, tras superar el dolor que genera saber que uno o ambos integrantes de la pareja son infértiles, existen opciones alternativas tan humanas y plausibles. Hoy hablaremos de la adopción como el acto de amor más sublime.

En muchas regiones del mundo es un tema controversial, pues se conceptualiza bajo rubros de pensamiento fuertemente vinculados a la herencia genética y a la consecución de linajes y tradiciones familiares.

Sin embargo, muchos especialistas consideran a la adopción, como una solución sana para las parejas imposibilitadas de concebir de forma natural.

Aunque la ciencia nos brinda actualmente muchos avances de alta tecnología médica, no dejan de ser tratamientos, metodologías o intervenciones, sumamente costosos. Además, no existen garantías concretas de éxito para dichos tratamientos, y muchas parejas invierten fuertes sumas de dinero en dos o más intentos de concebir un bebé propio. Lamentablemente, no siempre se presenta el anhelado embarazo, y la pareja pierde gran parte de su patrimonio o se genera considerables deudas.

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Saber que la naturaleza nos ha negado la posibilidad de tener hijos propios, es un dolor muy grande.

El fundamento emocional y espiritual de la paternidad, es y será siempre el regocijo de amar a otro ser. Y ello es posible hacia una criatura que no sea de nuestra sangre.

La adopción: el acto e amor más sublime. Las sociedades modernas están cada vez más abiertas a la adopción como forma de integrar familias. Desde la pareja que desea adoptar, los abuelos, familiares y amigos; el contexto de la adopción es la cálida recepción de un nuevo integrante del hogar.

Tenemos el testimonio de Nancy, de 33 años, casada con Arthur y habitante de Sacramento, California. “Al principio la noticia nos devastó. Saber que no podíamos concebir hijos propios, fue terrible. Tras enterarnos, atravesamos un periodo muy complicado como pareja y estuvimos a punto de separarnos. Afortunadamente, un compañero de trabajo de Arthur, le comentó que él y su esposa tenían el mismo problema y lo solucionaron mediante la adopción.

Mi esposo y yo lo platicamos, y poco tiempo después tomamos la decisión. Primero adoptamos a Tessy y tres años después a Albert. Hoy somos una familia feliz e integrada. La adopción es lo mejor que no ha pasado en la vida”.

O el caso de George y Silly. Ellos tenían problemas de infertilidad y tras muchos años y una fortuna en recursos, pudieron concebir a su primer bebé. La pareja tenía fuertes deseos de darle un hermano a su hijo, pero ya no podían enfrentar nuevamente los gastos que generan los tratamientos para embarazo asistido. Entonces se acercaron a una agencia de adopción y poco después recibieron en casa a los gemelos John y Phill.

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La adopción es un asunto serio que hay que evaluar a detalle. Representa la opción más amorosa para consolidarse como padres cuando es imposible tener hijos propios.

Adopción: para millones de parejas en el mundo, es la fórmula para crear un hogar lleno de amor y valores espirituales.

Llevado al extremo del amor incondicional, está el caso de la adopción aun cuando una pareja ya tiene hijos propios. Como Mary y Bill, padres de cuatro hermosos hijos. La familia fue de vacaciones al caribe durante el verano hace seis años y ahí conocieron a Thomas, un pequeño sin hogar ni padre, que vivía en la calle y que lavaba automóviles para sobrevivir. La familia se cautivó con la simpatía y alegría del niño y entre todos decidieron darle una mejor oportunidad de vida. Tras las negociaciones pertinentes con las autoridades, lo adoptaron y ahora vive con su nueva familia.

Para muchas personas, sigue siendo un tema delicado, pues se cree, erróneamente, que es imposible amar a un niño adoptado, del mismo modo y con la misma intensidad con la que se amaría a un hijo propio. Miles de historias alrededor del mundo, desmienten esta creencia. Existen familias plenamente consolidadas y felices, que recurrieron a la adopción y en las que impera el amor, la armonía y la bondad.

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Soñar con una familia es natural en el ser humano

La paternidad, no requiere lazos consanguíneos para ser real. El ejercicio de la paternidad se fundamenta en el deseo de dar amor y de cuidar a otro ser

Compartir el la clave. El deseo de compartir la vida, el amor y los vienen que se posean, es el eje de construcción cuando se planifica una familia. Y para compartir, no es indispensable el vínculo consanguíneo. El acto de amor más sublime, es aquel que nos brinda la posibilidad de compartir lo que somos y lo que tenemos, con alguien más. Sin tener que priorizar la genética. Los grandes maestros de luz, nos han enseñado que el amor se otorga sin medida y sin importar a quien.

Cualquier ser indefenso o desprotegido, merece nuestro amor y cuidados. Si la vida puso en tu camino la misión de aprender a ejercer la paternidad fuera del ámbito biológico; la adopción es un regalo de oportunidades de crecimiento emocional y espiritual.

Incluso hay factores de espiritualidad, dignos de considerar, si ya has decidido adoptar a un bebé. Hablamos de los niños especiales o ángeles de luz. Pocos los toman en cuenta al momento de adoptar, pero contamos con testimonios felices y amorosos de personas que albergaron en su vida a pequeñines con alguna condición especial.

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La luz brilla en todos los niños del mundo.

Adoptar a un bebé con características especiales, es una expresión de amor trascendental.

Tristemente, los pequeños que presentan síndromes o alguna condición médica compleja, son abandonados al nacer.

Pilar y Antonio nos relatan su historia. “Tengo una malformación congénita en el útero. Debido a ello, mis tres embarazos presentaron complicaciones. Mis bebés nacieron muy prematuros y sólo vivieron unas cuantas horas. Dos de ellos presentaban síndrome Down. El médico nos recomendó no intentar una nueva gestación, pues mi condición médica irremediablemente pondría en riesgo la vida del bebé y posiblemente también la mía. Fue entonces cuando nos decidimos por la adopción”.

Cuando nos autorizaron el trámite y nos dijeron que había cuatro bebés esperando a ser adoptados, fuimos a la agencia para conocerlos. Todos eran hermosos y perfectos. Pero nos decidimos por Diana, una chiquita con síndrome Down, que fue abandonada en un camino rural. Hoy somos los orgullosos padres de una niña maravillosa”.

La paternidad, nos brinda hermosas recompensas. Y es importante dejar de lado los matices circunstanciales de un pequeñín, al momento de adoptarlo. El color de la piel, la raza, condiciones médicas especiales, edad, etc. Nada de esto debe ser importante. Cuando un niño es puesto en tu regazo y te sonríe, sabrás si el amor paternal surge en ti.

Querer ser padres es un deseo natural en el ser humano

Los vínculos de amor y felicidad que construye una familia en adopción, son tan fuertes y reales como en una familia biológica.

Como sociedades, hemos aprendido a dar amor no sólo a nuestra familia, también a amigos y compañeros de trabajo o de estudio. El amor honesto y desinteresado, puede surgir desde nuestro corazón y proyectarse hacia todas las personas sin distinción. El valor de una familia, radica en el amor por el ser divino que tenemos frente a nosotros. Y la construcción de una familia puede ser genética o sólo basada en el deseo de amar y cuidar de otros.

La adopción es una oportunidad digna de considerarse. Es amar porque puedo y quiero.

AUTOR: Kikio, redactora en la gran familia hermandadblanca.org

Para saber más:

Nuestros hijos y sus mascotas. Otorgar cuidados y amor, crea seres estables y armónicos.

La Madre Divina y el Padre Pivino. Por Susannah

 

 

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