Cuando nos creemos dueños de la verdad

Rafael Bueno

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Cada uno de nosotros en algún momento de la vida hemos actuado como si fuéramos dueños de la verdad. Pero ¿qué es la verdad? Porque muchos de nosotros creemos luchar por la verdad y la defendemos fieramente, convencidos de que es algo nuestro, único e invariable, cuando lo cierto es que vivimos en un mundo en el cual todo es relativo. Relativo al observador.  Y si todo es relativo en este mundo, ¿acaso no lo es también la verdad?

Lo que pretendo explicar no es un tema sencillo, así que creo que tendremos que hacer un gran esfuerzo para entenderlo. Y no he encontrado un mejor punto de partida que la definición de la palabra verdad. La palabra verdad, como la define el diccionario de la Real Academia Española, tiene varios significados de los cuales expongo los tres primeros que, en mi opinión, son complementarios y engloban el significado de la palabra:

  1. «Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente«.
  2. «Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa«.
  3. «Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna«.

Entonces, y de acuerdo con su definición, la verdad parece tener ciertos componentes esenciales: primero, parte de un concepto de algo; seguidamente, dice la definición que ese concepto reposa en la mente, que viene a ser como un repositorio o lugar de almacenaje del concepto; en la definición también se asocia a la verdad con la coherencia entre lo se siente y se piensa con lo que se dice; y otra cosa importante que menciona su definición es que la verdad posee una propiedad de inmutabilidad, lo que quiere decir que esta no cambia.

Ahora bien, partiendo de la premisa de que la verdad es algo mental, cuando hablamos de la mente entramos en el territorio de la individualidad, ya que cada individuo tiene una mente propia, única e independiente. Esto implica que cada individuo puede tener una interpretación diferente de la vida, de acuerdo a lo que haya en su mente. Es decir, cada individuo maneja conceptos diferentes de las cosas en su mente, lo que le da una perspectiva distinta en relación con los demás.

Entonces, al hablar de perspectiva, debemos hablar de un observador. Cada individuo se convierte en un observador, con una perspectiva propia desde la cual interpreta la vida. Así que no podemos desconectar la verdad de la perspectiva del observador, cuando hablamos de la mente.  Y así lo vamos a analizar a continuación.

Verdad: conformidad de las cosas con un concepto que se forma en la mente

De la primera definición, me queda claro que la verdad es algo que ocurre en la mente del observador: «Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente«. En la mente del observador se forma un concepto. Un concepto es una «idea que concibe o forma el entendimiento«, de acuerdo con el diccionario de la Real academia Española. El concepto se usa como una referencia para comparar otra cosa. Si lo comparado es igual al concepto formado, entonces lo comparado es verdad para el observador, según la definición.

Pero, ¿qué ocurre cuando el concepto que el observador se forma en la mente está equivocado, incompleto o distorsionado? Puede que se haya formado un concepto gracias a una idea que se alojó en su mente producto de un error de percepción o gracias a una visión distorsionada de algo. Y, si ese fuera el caso, ese concepto, aún errado, se alojará en la mente de la persona que lo creó o que lo aceptó. Así que, cuando lo utilice como referencia para comparar otras cosas, aquellas cosas que encajen en el concepto errado pasarán a ser verdad para esa persona, aún cuando no lo sea para otras personas.

He allí la relatividad de la verdad. Algo puede ser verdad para una persona y no serlo para otra. Y ambas personas estarán en lo correcto. Esto se debe a que cada una de las personas ha formado conceptos diferentes sobre el objeto de comparación. Y esos conceptos  se encuentran alojados en la mente, por tanto, aquello que llamamos verdad es una cuestión mental dependiente de los conceptos que hayamos formado en ella.

Verdad: conformidad entre lo que se dice y lo que se siente o se piensa.

La segunda definición de verdad dice que es la «Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa«. Cuando alguien dice lo que piensa o lo que siente de forma honesta, está diciendo la verdad. Puede ser que lo que diga no sea correcto, sea cuestionable o esté sujeto a diferentes interpretaciones, pero aún así lo que dice es verdad porque así lo piensa o así lo siente, incluso cuando lo que dice no sea verdad para los demás.

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Esta definición introduce un nuevo elemento en la verdad: lo que se siente. Ya no se trata solo de un concepto formado en la mente. Ahora se trata también de un sentimiento o de una emoción. ¿Cómo me siento? La respuesta a esta pregunta respondida con honestidad se convierte también en una verdad.

Verdad: propiedad que tienen las cosas de mantenerse sin mutación alguna

La tercera definición de verdad indica que esta es la «propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna«. Es decir, según su definición, la verdad es algo invariable. Siempre es igual. Nunca cambia. Esto es algo que me ha puesto a pensar, porque según entiendo, y de ello empecé hablando en ese artículo, en el mundo en el que vivimos todo es relativo al observador. Todo puede cambiar dependiendo de la perspectiva del observador. Y entonces ¿cómo es posible que una verdad no cambie?

Tal vez haya una explicación para esta aparente incoherencia. Pero antes tenemos que explicar la diferencia entre una creencia y un entendimiento. Una creencia es, según el diccionario de la Real Academia Española, un «firme asentimiento y conformidad con algo«. Mientras que un entendimiento es la «potencia del alma, en virtud de la cual concibe las cosas, las compara, las juzga, e induce y deduce otras de las que ya conoce«.

Mientras la creencia es un acto de fe, el entendimiento es un saber. Pero esa no es la única diferencia importante. La creencia es una hipótesis mientras que el entendimiento es la comprobación o el descarte de la hipótesis. Una creencia puede permanecer invariable hasta ser confirmada, pero también puede cambiar. Puede evolucionar. E incluso, puede desaparecer. Mientras que el entendimiento es inmutable. Una vez que algo ha sido entendido, no cambia. Otra diferencia importante es que la creencia es algo intelectual, algo que ocurre en el plano mental, mientras que el entendimiento es una característica del alma, que opera en un plano superior.

Entonces, analizando las definiciones de concepto y de verdad, pienso que, cuando nos formamos un concepto, lo hacemos desde una idea que puede ser o no cierta. Es decir, desde una creencia y no desde un entendimiento. Un concepto se alimenta de una o varias ideas que necesitan ser procesadas hasta lograr su entendimiento. Es allí donde entra la mente como lugar de comprobación o descarte de las ideas. En la mente es donde una idea forma un concepto que se convierte en una creencia. Y así permanece hasta que, por medio de la experiencia, esa creencia es descartada o comprobada.

Es ahí que nace el entendimiento. El entendimiento es el resultado de un concepto que fue comprendido. Cuando esto ocurre, el concepto se desvanece. Se transforma en entendimiento. Mientras que una idea que no ha sido confirmada o descartada se mantiene en la mente como una creencia. Es por esta razón que lo que llamamos «verdad» es tan variable a veces. Creo que allí empiezan las inconsistencias. En la mente, que es donde nos formamos los conceptos de las cosas…

La raíz de las inconsistencias

Ya sabemos que un concepto se nutre de una idea que necesita ser confirmada o descartada. Y que el concepto se usa para establecer lo que es verdad de lo que no lo es. Entonces, decimos que algo es verdad cuando al contrastar ese algo con un concepto que está en nuestra mente, son similares. Así funciona nuestra mente. Como yo lo entiendo, la mente es una herramienta para alcanzar el entendimiento, pero en ella no hay entendimiento, ya que este corresponde a un nivel de consciencia más elevado: el del alma.

Por eso, desde la mente no podemos decir que lo que es verdad para mí sea verdad para los demás. Porque eso dependerá tanto de mis conceptos como de los conceptos de las demás personas. Por tanto, eso que llamamos «verdad», si lo manejamos a través de la mente, se convierte en algo relativo al observador y puede cambiar.

¿Cuándo cambiaría una verdad para un observador? Cuando el observador logra entender algo que antes no había entendido. Es decir, remplaza una creencia por un entendimiento. Entonces, el concepto que tenía en la mente el observador se desvanece. Ya no es necesario. Ya cumplió su fin, que no era otro sino demostrar o descartar una idea. O dicho de otra manera, el concepto se transmuta a entendimiento y cambia de plano. Esa energía que antes fue un concepto en el plano mental, se mueve al plano del alma como entendimiento.

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Entonces, lo que puedo concluir es que, verdad o mentira son dos caras de la misma moneda y que solo existen en el plano mental. La búsqueda de la verdad es un camino que se recorre en la mente, y es un camino necesario para alcanzar el entendimiento. Ese camino se inicia con una creencia, que funciona como hipótesis que debe ser confirmada o descartada a través de la experiencia del observador. Por tanto, una creencia es algo de la mente, así como lo es la verdad.

Todos los conceptos que tenemos en nuestra mente sobre todo cuanto nos rodea son hipótesis en vías de ser confirmadas o descartadas. Y cada ser humano tiene su propio conjunto de conceptos, que difieren mucho o poco de los conjuntos de conceptos de los demás. Cuando hay coincidencias en los conceptos, encontramos «verdades» compartidas por muchos seres humanos. Temas como la religión o la tendencia política son ejemplos de ello. Todas operan en la mente de los seres humanos. Por ellas nos peleamos o unimos esfuerzos. Pero sólo porque aún no hemos entendido lo que debemos entender con respecto a esos conceptos.

Hace falta más entendimiento para dejar de creernos dueños de la verdad

Todavía vivimos en un mundo de «verdades» sustentadas en creencias. Creemos mucho más cosas de las que entendemos, lo que nos coloca como humanidad en el plano de la mente. Y en el plano de la mente mi «verdad» puede ser muy diferente a la tuya en muchos aspectos, así como puede que haya también coincidencias.

Cuando como colectivo nuestro entendimiento supere a nuestras creencias, estaremos en posición para trascender a un nuevo nivel de consciencia, que es lo que Saint Germain nos comunica en este mensaje.  Un nivel en el que la verdad y la mentira ya no tendrán cabida, porque todos y cada uno de nosotros habrá entendido todo lo que hay por entender en nuestro nivel actual. Y entonces, pasaremos a experimentar una realidad diferente en un nuevo nivel de consciencia, con objetivos diferentes a los actuales.

Cuando eso ocurra, habremos trascendido el nivel de la mente y empezaremos a experimentar la vida desde la perspectiva espiritual. Pero, mientras esto no ocurra, seguiremos creyéndonos dueños de la verdad. Discutiremos con todos defendiendo nuestros puntos de vista. Pensaremos que los demás están equivocados y que nosotros estamos en lo correcto, sin percatarnos que correcto e incorrecto, verdad o mentira, son totalmente relativos al observador en el nivel de consciencia de la mente. Y que allí nos quedaremos a menos que dediquemos más tiempo a entender y menos tiempo a defender nuestras verdades, porque en realidad, la verdad es solo una ilusión de la mente…

 

AUTOR: Rafael Bueno, redactor en la gran familia de hermandadblanca.org

5 comentarios

  1. muchas gracias por el "Tema", fue muy enriquecedor , entendí muchas cosas, incurrimos en eso
    de " ser dueños de la verdad"..
    mil gracias….

  2. Cuando el espectador es de extrema sensibilidad y conoce los códigos, tienes que mostrarle la verdad. Desde mi más humilde opinión creo que así funciona el amor y el arte. Dicen que el arte es relativo pero creo que donde no hay verdad, no puede haber ni amor ni arte.
    Gracias

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