Enfoca tu energía en el positivismo dirigido o positivismo con sentido
Lejos de lo que puede suponerse, el positivismo no se trata de poner buena cara o fingir bienestar interior, si la realidad es que algo nos preocupa, asusta, entristece o enoja.
El positivismo debe tener un fundamento razonado que nos permita usarlo a nuestro favor sin dejar de reconocer nuestras emociones concretas
Queridos lectores de esta hermosa comunidad, hoy dedicaré mis palabras a este tema que encuentro fascinante. Sabemos que la energía es, desde su origen, pura y positiva. Sin embargo, en ocasiones la vida se nos presenta de formas complejas y suele sucedernos que no podemos ser todo el tiempo felices y alegres.
Mucho hemos aprendido, gracias a esta página, sobre la importancia que tiene el hecho de entrenar a nuestra consciencia para operar siempre en el lado de luz y que la felicidad es siempre una decisión personal.
Pero no basta con sólo sonreír y negarnos a ver los problemas, cuando en realidad nos estamos sintiendo deprimidos o molestos.
Hablaremos entonces del positivismo dirigido o positivismo con sentido. Este concepto nos brinda la posibilidad de alcanzar un estado interior de energía luminosa y equilibrada, pues basa sus resultados en el análisis profundo de las emociones. Si bien es cierto que tenemos la capacidad de decidir sobre la calidad de pensamientos que albergamos, también lo es que no reconocer lo que sentimos, es la antesala del auto engaño.
La finalidad de nuestra existencia es el aprendizaje continuo y la evolución del alma y la consciencia.
Sólo a través del reconocimiento de lo que experimentamos, es que podremos darle forma estructural a dicho aprendizaje para concretar un crecimiento interior sólido y real.
Quiero compartir con ustedes el caso de una de mis compañeras de mi club de lectura. Su nombre es Graciela y somos buenas amigas.
Graciela es siempre alegre y sin importar el clima, su situación financiera, sus conflictos laborales o la complicada relación con el padre de sus hijos, ella siempre tiene una sonrisa en el rostro y está convencida de que encontrarle el lado bueno a cada cosa es la forma correcta de vivir. Y me consta que tiene problemas graves y que muchas veces, su sonrisa es fingida u obligada.
En un porcentaje muy importante, Graciela tiene razón. El manejo de nuestra energía será el reflejo de nuestra vida en general. El problema surge cuando Graciela, Yo, o cualquiera de nosotros, elegimos una actitud aparentemente positiva, pero por dentro estamos devastados, tristes o desmotivados.
Llegará un punto en el que esa positividad, por ser fingida u obligada, revertirá toda su fuerza para obligarnos a ver y aceptar la realidad.
Podemos elegir portar una linda sonrisa a diario, siempre y cuando esa sonrisa sea el resultado de analizar lo que pensamos y sentimos, reconocer que somos vulnerables y susceptibles ante el enojo, la frustración y la melancolía. El positivismo dirigido requiere de reconocer honestamente que hay situaciones que desequilibran nuestro ser y que nos duelen.
Una antigua fábula china nos relata la historia de un campesino, que debe afrontar diferentes situaciones y su aprendizaje respecto a cómo entender los mensajes recibidos
La fábula cuenta que el campesino tenía un caballo con el que se ayudaba a labrar la tierra. Un día el caballo escapó y su hijo expresó que tenían muy mala suerte porque ya no tendrían la ayuda del caballo.
El campesino respondió que se sentía afligido, pero que no podía asegurar que la huída del caballo fuera mala suerte. Un par de semanas después, el caballo regresó en compañía de una yegua indómita.
El hijo exclamó que la buena suerte había vuelto y que ahora tendrían dos animales para ayudarles a labrar la tierra. El campesino dijo sentirse complacido por el retorno de su caballo, pero que no podía asegurar que fuera buena suerte.
El hijo decidió montar a la yegua para amansarla y enseñarla sobre la faena de campo, pero esta era salvaje y no permitió que el muchacho la domara. El chico cayó de la yegua y se fracturó una pierna.
El joven gritó que la mala suerte se instaló en su vida y su padre le dijo que se sentía triste por ver a su hijo con dolor, pero que no podía asegurar que fuera mala suerte. Al otro día, pasó por ahí un regimiento del ejército que reclutaba soldados para la guerra. El muchacho fue descartado por tener una pierna rota y dijo que su fractura era una señal de buena suerte.
El campesino se sintió aliviado de no ver a su hijo reclutado, pero aseguro que la buena y la mala suerte no existen, sólo el tiempo determinará el curso de las cosas.
Como aprendices de la sabiduría universal, todos somos susceptibles de experimentar pensamientos y emociones tanto positivas como negativas.
El punto es focalizar nuestra energía para ejercer un positivismo concreto y con sentido, tras el análisis de todo cuanto nos ocurre.
Esta fábula nos enseña que, sin importar el resultado aparente de las cosas que nos pasan, lo primero es reconocer la emoción que nos provoca, sin tratar de minimizarla o negarla.
Por otro lado, es importante que el manejo de nuestra energía interior tenga una finalidad. Ser felices, sólo por ser felices tiene un costo en relación a negar lo que en realidad sucede dentro de nosotros.
El positivismo dirigido o positivismo con sentido tiene como finalidad el reconocimiento pleno de las emociones para poder después equilibrar el contexto y encontrar el lado bueno de todo en la vida.
Al final, siempre será tu mejor opción tener una buena actitud ante la adversidad. Pero sólo si esa buena actitud es el resultado de una introspección profunda y honesta que te permita darte permiso de sentir todas las emociones humanas. Yo elijo ser feliz, pero lo elijo por que tiene una razón de ser.
AUTOR: Kikio, redactora en la gran familia hermandadblanca.org
Para saber más:
El positivismo no es el nombre de un paradigma de investigación?