Falsas creencias y realidad: Lo que crees es lo que creas
Las falsas creencias tienen mucho que ver con la creación de la realidad. Cuando pienso en creencias siempre recuerdo la frase «lo que crees es lo que creas« la cual, en mi opinión, está llena de sabiduría. Sobre ella se ha escrito mucho por su relación con la Ley de Atracción, popularizada por Rhonda Byrne en su libro «El Secreto«, ya que detrás de la Ley de Atracción están las creencias bajo las cuales atraemos a nosotros aquello que conforma nuestra realidad y de las cuales, muchas de ellas son falsas. De eso pretendo hablar en este artículo.
Una creencia, por definición, es un «firme asentimiento y conformidad con algo«, aunque también se le define como «completo crédito que se presta a un hecho o noticia como seguros o ciertos«, incluso cuando no lo sean, debería agregar. En la práctica, una creencia implica dar por cierto algo sin tener evidencias de ello. Y cuando una persona establece un conjunto de creencias en uno o varios ámbitos, estamos hablando entonces de un sistema de creencias.
Una creencia puede ser una hipótesis que conduce a un entendimiento
Las creencias sirven como una plataforma o punto de partida para alcanzar el entendimiento sobre algo. Al igual que ocurre en el método científico, una creencia parte de la observación de un evento o fenómeno, que conduce a la pregunta ¿por qué ocurre? Es así como empieza un proceso de estudio y análisis con el fin de obtener una posible explicación de ese evento o fenómeno, que es lo que conocemos como hipótesis. Por tanto, una creencia vendría a ser una hipótesis que se forma ante algo que se desconoce.
Lo que debería ocurrir después está claramente establecido en el método científico. Al proponer una hipótesis, esta se debe validar a través de la experimentación. Cuando los resultados de los experimentos confirman la hipótesis, entonces se alcanza una teoría científica, la cual eventualmente se convertirá en una ley, siempre que se mantenga válida en el tiempo. Así mismo, una creencia debe pasar a través del filtro de la experiencia para ser validada o descartada. Y en ambos casos, se convierte en entendimiento. Entendimiento de lo que ese algo que originó la creencia es o no es.
Una creencia sobre algo, que se valida a través de la experiencia, se convierte en un entendimiento de ese algo. Por tanto, pasa a ser una verdad para la persona que lo experimentó. Deja de ser una creencia porque a través de la experiencia se obtiene la evidencia necesaria y suficiente para comprobar que la hipótesis era correcta o no lo era.
La conveniencia evita que las creencias se confirmen o descarten
Pero una creencia que no pasa a través de la experiencia, puede mantenerse en nuestra mente de forma perpetua como una verdad. Es decir, asumimos que es una verdad, aunque no la confirmamos ni descartamos a través de la experiencia. La dejamos estancada sin ninguna otra acción, interrumpiendo así el proceso de entender, el cual inició cuando observamos algo que no entendíamos y formulamos una hipótesis que lo explicara.
Pero ¿por qué ocurre esto? Básicamente porque no tenemos interés en conocer la verdad. No tenemos interés en entender. La falta de interés, en mi experiencia, no es en sí misma una causa, sino más bien un efecto originado por otra causa subyacente que no es fácil de determinar. La falta de interés por entender viene dada por la conveniencia. Si la hipótesis que nos hemos formado sobre algo es conveniente para nosotros, entonces no necesitamos comprobar si esta es verdad o no. Simplemente adoptamos la hipótesis como una verdad, mientras nos convenga.
Aunque lo parezca a primera vista, la conveniencia tampoco es la causa raíz de la falta de interés por conocer la verdad. Porque ¿de dónde proviene la conveniencia? Esta se puede definir como comodidad obtenida por un convenio con base en un acuerdo o pacto. En un convenio se cede algo para recibir algo en retribución, algo deseado. La conveniencia antepone la obtención de algo que se considera más valioso que la verdad.
Detrás de la conveniencia se esconde el miedo
La conveniencia establece una comparación entre la verdad y otra cosa, dándole mayor peso a esa otra cosa. Esa otra cosa, cualquiera que esta sea, para nosotros es algo de tan alto valor que no queremos perderla, lo que me hace pensar que detrás de la conveniencia se esconde el miedo a perder.
Veamos este ejemplo. Una persona se siente atraída por la música. Le gusta escuchar música y le gusta cantar, pero no sabe si lo hace lo suficientemente bien como para hacerlo en público. Esta persona se escucha a sí misma y piensa que canta bien, pero no está segura, por lo que necesita alguna confirmación. Entonces esta persona, cuya creencia inicial es que canta bien, resuelve confirmarlo en la siguiente oportunidad que tenga
Resulta que un día es invitada a un bar karaoke por sus compañeros de trabajo. Esa situación le resulta ideal para validar si en realidad canta bien, por lo que decide experimentar y probar su hipótesis en esa salida. Así que asiste junto con sus compañeros de trabajo al bar pero, tratando de tantear el terreno antes de arriesgarse a hacer el ridículo en público, decide esperar a que alguno de sus compañeros vaya a cantar primero, lo que termina ocurriendo. Uno de sus amigos se levanta y canta una canción, un tanto desafinado. Cuando regresa a su asiento, sus compañeros empiezan a burlarse de él y a hacer bromas a sus expensas.
Viendo esto, la persona se compara con el joven que recién cantó y piensa: «él cantó mejor de lo que yo canto. Así que si me levanto, las burlas serán peores para mí«. Por lo que en ese momento resuelve no levantarse a cantar. Claro, lo que esta persona no sabe es que, sin importar cuán bien cante cualquiera del grupo que se levante y tome el micrófono, el resto de sus compañeros igual se burlarán.
Pero al desconocer esto, esta persona evalúa la situación y termina decidiendo no levantarse a cantar. ¿Por qué? Porque piensa: «si no les gusta cómo canto, se van a burlar de mí, lo que va a afectar la imagen que ellos tienen de mí en mi trabajo. Y eso no me conviene…«. Por eso decide no verificar su hipótesis a través de la experiencia de cantar en público, sino que decide asumir una nueva creencia. Una que le dice que él canta mal.
Ahora bien, esta persona no se levantó y cantó porque le era más conveniente quedarse sentado y reírse de los demás sin tener que recibir las burlas y críticas de sus compañeros. Pero detrás de la conveniencia se esconde otra cosa: el miedo a la crítica y a hacerlo mal. Miedo a perder el respeto de sus compañeros y que esto le afecte en su relación laboral. Así que prefirió suprimir la parte de la experiencia y asumir una nueva creencia, una que dice que él canta mal…
El miedo como promotor de un sistema de falsas creencias
En el ejemplo anterior queda en evidencia que asumimos creencias como verdades por conveniencia, sin haber pasado por la experiencia, que es lo que nos puede ayudar a alcanzar el entendimiento. Y siempre, detrás de la conveniencia se esconde algún miedo. Entonces, es el miedo la causa primaria de que el ser humano evite la experiencia.
En la experiencia está implícita la posibilidad de alcanzar el entendimiento. Sin la experiencia, el proceso de entender se queda en creencias que podrían o no ser verdades. Y las creencias que no son verdades son las que llamo falsas creencias. Así que, mientras más miedo tengamos, más falsas creencias estaremos acumulando. Es así como construimos un sistema de falsas creencias. Por miedo a las consecuencias de las experiencias.
Y como ya he explicado en este artículo, el miedo se experimenta con mayor intensidad cuando estamos más alejados de La Fuente, que es cuando estamos vibrando más bajo. Así que, cuanto más alejados estamos de La Fuente, más falsas creencias estaremos acumulando, lo que achicará cada vez más nuestro campo de experiencias, hasta reducir nuestras vidas a tan solo unas pocas rutinas que repetimos día tras día, con muy pocas posibilidades de crear nuevas experiencias.
Detrás de la experiencia se esconde el entendimiento. Y detrás de las creencias, se esconde el potencial para entender (cuando el miedo está ausente) o las cadenas que nos mantendrán atados a un círculo infinito de repeticiones en nuestras vidas (cuando el miedo está presente). Mientras más miedo sentimos, más falsas creencias sumamos a nuestro sistema de creencias y más se reduce nuestro ámbito de experiencias.
Falsas creencias y la realidad: lo que crees es lo que creas.
Lo que crees es lo que creas. Y si tu sistema de creencias está plagado de falsas creencias, entonces la realidad que estás creando estará bastante alejada de la realidad que deseas. Es decir, estarás viviendo una vida que no es la que deberías estar viviendo. Una vida que no es realmente tuya porque la has creado en función de mentiras que has elegido creer, ya que el miedo no te ha permitido descartar a través de las experiencias tales mentiras para conducirte al entendimiento.
Una vida vivida con miedo es una vida llena de limitaciones y restricciones. Es una vida rutinaria, llena de repeticiones, en la que pueda que cambien los actores y los lugares, pero en la que se repetirán siempre las mismas circunstancias. Es una vida en la que la mayor parte de las cosas que deseas no las podrás experimentar. Están restringidas para ti, gracias a tus miedos.
En cambio, una vida vivida sin miedo es una vida en la que puedes experimentar todo aquello que deseas, lo que te conducirá inequívocamente a alcanzar mayor entendimiento. Es una vida que te permite crear tu realidad a tu gusto y medida. En una vida vivida sin miedo no hay falsas creencias. Solo hay creencias, hipótesis que están en vías de ser confirmadas o descartadas a través de la experiencia. Esa es una vida en la que la consciencia humana se encuentra en continua expansión, porque no hay nada que la limite. Esa es una vida en la que todo fluye.
Los tiempos que vivimos son tiempos de descartar falsas creencias. Son tiempos de encontrar la verdad a través de la experiencia. Pero esto no lo podemos hacer, a menos decidamos enfrentar y vencer nuestros miedos, para así poder salir de este círculo de repeticiones en el cual nos hemos sumergido, y que nos mantiene anclados a una realidad ilusoria, fundamentada en falsas creencias, y que no es la que por derecho divino nos corresponde vivir…
AUTOR: Rafael Bueno, redactor en la gran familia de hermandadblanca.org
Gracias Rafael Bueno. Tus palabras son sabias. El miedo nos hace vulnerables a creer que somos pecadores y que no somos capaces de sacar nuestro poder interno.
Que gran verdad estoy sorprendido por estas palabras llenas de verdad y sabiduria..