La cultura del miedo y la transición del miedo al amor

Rafael Bueno

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Vivimos en una sociedad en la que el miedo está inmerso en nuestra cultura. Y esto es fácilmente apreciable en cualquier ámbito de nuestras vidas. Si nos vamos a ejemplos concretos, en muchas de las religiones se nos inculca el temor a Dios. En la vida académica, está el miedo a reprobar una materia, que es algo que nos acompaña durante todos nuestros años de estudio. En nuestras relaciones de pareja sufrimos por el miedo a ser abandonados. En los deportes, experimentamos el miedo a perder. En la vida profesional sufrimos por el miedo a ser despedidos, o a ser relegados. En fin, en nuestra sociedad tenemos muchas y muy variadas razones para sentir miedo.

Pero, ¿de dónde provienen todos esos miedos? Bueno, creo que esto podemos analizarlo desde dos perspectivas. La primera, que va a la causa raíz del problema y que ya he explicado en este artículo, indica que el miedo y el amor son polaridades de una misma energía: la energía de la creación. Mientras que el amor es la energía de La Fuente que se experimenta con mayor intensidad por proximidad a ella, el miedo es la ausencia de la energía de La Fuente por alejamiento de ella. Así que, si nuestra sociedad se basa en una cultura de miedo, es porque, como humanidad, aún nos sentimos alejados de La Fuente. Es por ello, nuestra sociedad muestra más rasgos de miedo que de amor.

La segunda perspectiva, la cual he explicado en este artículo, indica que muchos de nuestros miedos nacen como consecuencia directa de programas que hemos creado a causa de paradigmas equivocados. Uno de esos paradigmas que en mi opinión nos ha causado mucho daño, es el de creer que para SER debemos TENER. Es decir, ponemos el TENER por encima del SER, lo que hace que perder algo sea una experiencia terrible. Eso explica nuestro miedo a perder. Vivimos en una sociedad que ha desarrollado un miedo, muchas veces incontrolable, a perder. Miedo a perder el empleo, la inversión, el auto, la novia, la esposa, e incluso, hasta a perder a los hijos, como si de una propiedad se tratara…

Estas dos perspectivas no son excluyentes. De hecho, son inclusivas. La primera va a la causa raíz, vista desde la perspectiva espiritual, que es el mundo de las causas, mientras que la segunda va más al mundo físico, que es el mundo de los efectos. Pero, en todo caso, esta cultura del miedo, a la que hemos estado acostumbrados por muchas generaciones, viene cambiando de manera acelerada…

La consciencia colectiva

Cada ser humano es un ser único e individual. Posee una consciencia individual que es el resultado de todo aquello que ha logrado entender en el transcurso de las vidas que ha vivido. Pero, al mismo tiempo, forma parte de una consciencia colectiva global, que puede ser de pocos miembros como lo es una familia, o de muchos, como lo puede ser un país. Y todos forman parte de la consciencia colectiva de la humanidad en el planeta.

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Esta consciencia colectiva global recoge todo cuanto la humanidad ha logrado entender, por lo que concatena cada entendimiento de cada individuo que la compone. Entonces, la consciencia colectiva del planeta vendría a ser la sumatoria de cada una de las consciencias individuales que forman parte de la humanidad. Esto implica que la consciencia colectiva de la humanidad podría alcanzar el nivel de la consciencia individual que más lejos haya llegado. Ese siempre será su límite, aunque no deberíamos hablar de límites ya que la consciencia es ilimitada y siempre está en expansión…

Ahora bien, no todos los seres humanos tenemos el mismo nivel de consciencia. Hay quienes han alcanzado un nivel de consciencia tan alto, que pueden percibir la energía de La Fuente con gran intensidad, lo que les permite experimentar y manifestar amor en todas sus acciones. Mientras que hay quienes están en los niveles de consciencia más bajos, por lo que apenas pueden percibir la energía de La Fuente, lo que los lleva a manifestar más miedo que amor en todas sus acciones. Y el nivel de consciencia de la humanidad será la sumatoria de todo…

Las manifestaciones del miedo

Los seres humanos manifestamos el miedo en nuestra actitud, básicamente desde dos perspectivas que son fácilmente reconocibles, y que en el ámbito psicológico se les conoce como complejos de superioridad y de inferioridad. De esto ya hablé algo en este artículo. En ambos casos, lo que nos impulsa a actuar es el miedo, pero bajo motivaciones diferentes.

Cuando actuamos con complejo de superioridad, nuestro principal miedo es que los demás descubran lo que creemos que somos, porque creemos que no somos dignos, que no valemos o que somos menos que los demás. Es decir, vivimos pretendiendo ser algo que no sentimos que seamos, por miedo a ser descubiertos. En nuestro nivel de consciencia actual, aún no hemos desarrollado una identidad propia, por lo esta depende de cómo nos vean los demás.  Por eso fingimos ser fuertes y tratamos de imponernos sobre los demás. Para encajar y no ser cuestionados por los demás, que son quienes, para nosotros, determinan nuestro valor.

En la otra perspectiva, la del complejo de inferioridad, nuestro miedo nace de un profundo desconocimiento de quienes somos. Creemos que somos seres sin ningún poder, que tenemos que vivir de la lástima y compasión de otros. Por eso adoptamos la actitud de víctimas. En esta perspectiva ya no nos importa que los demás sepan que no somos dignos. De hecho, nosotros lo decimos sin ningún tipo de reserva, porque así lo sentimos. Y entonces, actuamos como víctimas, para obtener el favor de los demás, aunque eso nos convierte en blanco fácil para quienes viven sus vidas con complejo de superioridad. Si en el complejo de superioridad nuestro valor lo determinan otros, en el complejo de inferioridad nosotros creemos que no tenemos ningún valor.

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Y estas dos manifestaciones del miedo, que son conductas individuales, forman también parte de la consciencia colectiva del planeta. Porque, cuando una gran cantidad de consciencias individuales se manejan en estas dos manifestaciones del miedo, la cultura de los grupos a los cuales pertenecen también las manifiestan, lo que repercute en la consciencia colectiva del planeta. Esa es mi explicación de por qué vivimos en una sociedad que se maneja con el miedo.

El miedo en nuestra sociedad

Por todo lo que he explicado antes es que afirmo que lamentablemente vivimos aún en una sociedad controlada por el miedo lo que indica que aún el miedo es mayor que el amor. Las señales son bastante claras para un buen observador…

La mayoría de las personas tienen una visión pesimista de la vida. Ven el vaso siempre «medio vacío«. Las noticias que mayormente circulan por los medios de comunicación y redes sociales son las que anuncian catástrofes, muertes, enfermedades y calamidades. Un avance científico para beneficio de la humanidad apenas si se menciona un par de días seguidos, pero las muertes por una posible epidemia ocupan los titulares de todos los diarios por semanas e incluso hasta meses.

Otra señal que me indica que vivimos en una sociedad controlada por el miedo es nuestra tendencia a creer cualquier rumor que aparezca en las redes sociales si trae consigo una mala noticia. Por el contrario, cuando el rumor es sobre algo positivo, que parezca ser una muy buena noticia, inmediatamente la descartamos por creer que es algo imposible. Esto, lo que dice de nosotros es que estamos programados aún para lo negativo. Vemos aún la vida desde la perspectiva del miedo, como colectivo, aunque ya se empiezan a ver los cambios…

El paso del miedo al amor

La evolución es una elección. Movernos al siguiente nivel evolutivo representa una toma de decisión. ¿Me quedo donde estoy? ¿Doy un paso hacia adelante? Esa es la decisión que día a día cada ser humano de forma individual debe tomar. Cada paso que damos hacia adelante nos acerca más a La Fuente. Y mientras más nos aproximamos, con mayor intensidad experimentamos su energía. Es decir, con mayor intensidad experimentamos amor.

Esta es una transición lenta, pero en mi opinión, ya reiniciamos el proceso. ¿Cómo lo sé? Porque observo cómo a lo largo y ancho del planeta empiezan a aparecer señales importantes de un cambio de consciencia a nivel colectivo. Veo, por ejemplo, como cada vez más pueblos que han sido abusados por sus gobiernos levantan sus voces en una protesta colectiva que busca hacer valer sus derechos humanos. También veo como día a día crece el interés de más personas por la naturaleza y por buscar formas alternativas de hacer las cosas sin lastimar al planeta. Así mismo, veo como la consciencia del planeta se va moviendo poco a poco de un paradigma materialista a uno humanista.

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En general, veo que se empiezan a gestar cambios en la percepción de la realidad de grandes cantidades de personas, lo que me hace pensar que ya retomamos ese proceso de evolución que había se quedado estancado en algún punto de la historia. Y tal vez tarde varias décadas en ver materializados estos cambios, pero al menos ya iniciamos el camino de regreso a casa. Y eso es lo que cuenta…

Acelerar el proceso

Como dije antes, tomar el camino del amor o del miedo es una elección única y personal que cada ser humano debe hacer. Porque, hasta ahora, hemos vivido bajo la falsa creencia de que lo que tengo determina quién soy.  Pero muchos de nosotros ya hemos descubierto que no es así. Que esa fue una trampa en la que caímos y que lo que provocó fue un estancamiento espiritual de aquellos que la asumimos como una verdad.

Nos distrajimos por muchas vidas tratando de tener lo suficiente para poder ser, hasta que nos dimos cuenta de que no habíamos avanzado nada en nuestro camino. Entonces, con este descubrimiento, se nos hace más sencillo acelerar nuestro proceso de aproximación a La Fuente. ¿Cómo? Enfocando nuestros esfuerzos en SER. Y esto se logra con introspección, reflexión, meditación, auto-observación y análisis.

Todas las respuestas están adentro de nosotros. Pero, si estamos distraídos con lo que ocurre afuera, difícilmente vamos a poder encontrarlas. Es necesario que nos regalemos el tiempo para mirar hacia adentro. Para descubrir cuáles son nuestros miedos. Para enfrentarlos, porque no hay entendimiento sin la experiencia. Esto implica que para superar un miedo es necesario enfrentarlo. Experimentarlo para entender su causa y así eliminarlo.

Enfrentar el miedo

El miedo paraliza. Esa es una de las tres variantes que resultan del miedo. Las otras dos son atacar y huir.  A nivel fisiológico, el cuerpo humano está condicionado para responder ante una potencial amenaza a la supervivencia con tres posibles respuestas: atacar, huir o paralizarse. Dos de estas tres respuestas se pueden ver claramente reflejadas en los complejos de superioridad (atacar) y de inferioridad (huir). La tercera opción es el estancamiento.

Para enfrentar al miedo y alcanzar el éxito primero tenemos que aprender a interpretar nuestras respuestas ante determinadas circunstancias: ¿estoy atacando? ¿Estoy huyendo? ¿Estoy paralizado? Si la respuesta a alguna de estas tres preguntas es afirmativa, entonces hay un miedo que debemos enfrentar.

Enfrentar un miedo no significa necesariamente ser temerario. Enfrentar un miedo significa, en primer lugar, reconocer que hay algo a lo que se le teme. Y, seguidamente, dar una mirada a nuestro interior para tratar de determinar la causa de ese miedo, siempre que sea posible. ¿Es acaso producto de un trauma? ¿De una experiencia previa? En estos casos, podemos encontrar la causa de manera relativamente sencilla y atacarla. Pero, puede que la causa provenga de alguna experiencia ocurrida en una vida diferente a la actual. En ese caso, no vamos a poder conocer la causa. Pero en todos los casos podemos enfrentar el miedo, una vez identificado. Y, al hacerlo, este se disuelve.

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¿A qué le temes? ¿Al agua? Inscríbete en clases de natación y aprende a nadar. ¿Temes a la crítica? Procura quedar expuesto a ella con la consciencia de que tu identidad no esta supeditada a lo que otros piensen de ti. ¿Temes a no ser capaz de valerte por tus medios? Diseña un plan para independizarte. Crea una vida para ti en la que no dependas de alguien más. ¿Temes a la soledad? Planea unas vacaciones solo, alejado de la gente que conoces. ¿Temes a relacionarte con otras personas? Procura asistir a reuniones que te obliguen a interactuar con otras personas. Y no tienes que superar tu miedo de golpe. Puedes hacerlo paso a paso. Tú determinas cómo hacerlo. A tu ritmo…

El miedo es el enemigo a vencer

El miedo es el enemigo a vencer. Y para tener éxito en ese proyecto, es necesario mirar adentro para descubrir a qué le tenemos miedo, para luego buscar la manera de enfrentarlo. Porque el mundo físico, nuestra realidad, está llena de distracciones. Y muchas de ellas alimentan los miedos que nos paralizan y que no nos permiten avanzar. Pero, si cada uno de nosotros empieza a eliminar sus miedos de manera individual, eventualmente esto se manifestará en la consciencia colectiva, lo que nos permitirá hacer la transición de una sociedad basada en el miedo a una sociedad basada en el amor.

Eso es lo que nos espera. Para eso estamos trabajando. Y, más importante aún, eso es lo que por derecho divino nos corresponde. Así que hagamos que ocurra. Y que ocurra rápido. Yo quiero verlo. ¿Tú no?

 

AUTOR: Rafael Bueno, redactor en la gran familia de hermandadblanca.org

2 comentarios

  1. Y que hacer cuando tenemos ataques de pánico, que nos controlan el cuerpo y que por mas de q hagamos técnicas de respiración no se van? Es necesario tomar medicación?

    1. Hola Celina. Gracias por escribir. El pánico es un miedo intenso, lo que lo hace a veces incontrolable. Pero es un miedo al fin. Y todos nuestros miedos pequeños o grandes nacen de una creencia que hemos asumido como verdad, pero que no lo es. Así que mi sugerencia es que mires hacia adentro y trates de identificar a qué le temes. Y luego, que hagas el ejercicio de visualizarte superándolo. Porque es obvio que ahora mismo crees que tu miedo te controla. Pero, ¿qué tal si dejas de creer eso y empiezas a creer que eres tú quien controla tu miedo? Eres un Ser maravilloso. Eres un fractal, una fracción de Dios. Tú todo lo puedes, pero antes debes asumir tu poder. Tus miedos te controlan porque tú crees que ellos tienen ese poder. Pero si se lo quitas, si empiezas a creer que tú estás en control, se acabará el pánico. Pruébalo y me cuentas. Y no te olvides que fuiste creada a imagen y semejanza de Dios. Créelo y créalo…

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