Motivación (12) la intención
Motivación (12) la intención
Introducción
Estamos trabajando el concepto de motivación en la acción, sobre todo en el logro de nuestros objetivos. Esta acción nos relaciona con los demás incluso inconscientemente.
Al parecer un acto siempre tiene consecuencias iguales, si se realiza en situaciones similares. Sin embargo, hay aspectos que no se ven, pero que están presentes en la acción. En esta ocasión nos referimos a la intención.
Un acto que beneficia a alguien puede realizarse con maldad o con bondad. Exteriormente estos dos actos pueden ser iguales. Pero las consecuencias para todos los actores son diferentes.
Quien quiere hacer daño, se hace daño. El daño es de carácter moral. Esa persona se interna de manera consciente en un mundo tenebroso. El que quiere hacer bien, aun cuando no logre su objetivo, se está desarrollando moralmente.
Con esto queremos decir que las acciones no se definen solo por el logro en términos materiales. También hay logros espirituales que corresponden al desarrollo del carácter.
También hay logros espirituales que corresponden al desarrollo del carácter.
la intención
Diferentes intenciones
Uno de los aspectos más importantes de la acción es la intención. Tal vez es la más complicada de comprender ya que se refiere a los valores, a la ética y una misma acción puede tener muy diferentes intenciones.
Todos tenemos experiencias de personas que cuando estamos en necesidad nos ofrecen ayuda, pero nosotros sentimos que su intención no es sana y preferimos seguir con el problema y buscar otra solución, antes que aceptar esa ayuda.
El tema es complejo ya que una vez que se recibe el favor quedamos en deuda. Esta es una de las razones por las cuales los políticos son expertos en ocultar sus intereses personales bajo la máscara de una ayuda a la ciudad o al país.
Una persona adinerada puede dar aportes importantes para solucionar problemas de la ciudad, pero lo da sabiendo que eso le va a rendir muchos beneficios, como por ejemplo el conseguir que la gente vote por los políticos afines a él.
Pero en realidad lo importante no es tanto lo que hacen los demás y sus intenciones, sino lo que hacemos nosotros.
Voluntad e intención
Comencemos diciendo que hay una energía que nos impulsa a actuar. Schopenhauer la denomina la Voluntad. Esa energía se puede mostrar como impulso sexual, hambre, necesidad de protegernos frente a la inclemencia del tiempo, necesidad de sueño. Estos deseos básicos pueden tomar formas diferentes, pero normalmente son inconscientes.
A estas necesidades respondemos dándoles un sentido, una dirección.
Esa dirección que le damos a nuestros deseos la mayoría de las veces es aprendida e incluso impuesta por los medios de comunicación que nos dicen cómo debemos satisfacer nuestras necesidades, por supuesto en función de sus intereses.
Pero también podemos darles un sentido consciente. Sin embargo, con la intención hay un fenómeno nuevo. Está relacionado con nuestra conciencia. Por esto decimos que tiene que ver con nuestro desarrollo ético.
Egoísmo y Altruismo
La intención puede ser egoísta o puede ser altruista, con todas las variantes que puede haber entre ambas. Una misma acción puede tener una intención egoísta e incluso de hacerle daño a alguien o altruista hasta el punto de hacer un bien a costa de nuestros intereses.
Como un ejemplo de esto último, se puede señalar a un joven que vive con su abuela y que él solo tiene para comprar dos panes. Los compra para llevar a la casa.
En el camino se encuentra a una señora pidiendo limosna para comer. Él se apiada de ella y le da uno de los panes. Al llegar a la casa le dice a su abuela. Abuela este pan es tuyo. El mío me lo comí en el camino.
En este caso, el joven demuestra un alto desarrollo de la empatía con las personas que son más pobres que él.
Ya hemos dicho que la intención está vinculada con el desarrollo moral o ético. Sin embargo, el que descubramos que tenemos intenciones elevadas, no nos dice que todas nuestras intenciones son de este tipo.
Muchas veces podemos actuar de manera atenta a las necesidades de otros, no porque esa sea nuestra intención. Es posible que lo hagamos para que nos vean.
Imaginemos que un periodista que está grabando en la calle, nos para y nos pide que hagamos una donación para una institución, que casualmente no está entre las que más apreciamos.
Es muy posible que demos la ayuda, no porque tengamos la intención de hacer ese aporte, sino porque no queremos ser mal vistos por los televidentes.
En ese caso nuestra intención fue más bien protegernos de la opinión pública y no el de hacer el aporte a las personas que son supuestamente ayudadas por esa institución. Esto no quiere decir que tengamos un bajo desarrollo moral, sino que en ocasiones elegimos no hacernos daño.
Con el ejemplo anterior se muestra que comprender nuestras intenciones exige un desarrollo intelectual y emocional alto.
La emoción
Aquí hemos introducido la palabra “emocional” a propósito.
Muchas veces se considera que el logro de los objetivos es un trabajo intelectual. Que todo el proceso es racional, pero en realidad nuestros deseos surgen de la subconsciencia. Solo después los convertimos en racionales, cuando hacemos planes.
Sin embargo, la intención tiene mucho que ver con las emociones. Podemos decir que el corazón es quien dirige las emociones y nos dice mucho de lo que no sabe la razón.
Esto significa que si queremos tener buenas intenciones debemos educar nuestras emociones y esto se logra por medio del arte. Asistiendo a obras de arte como la música o los museos y aprendiendo alguna habilidad artística.
Hay algo más en el desarrollo de nuestras emociones y se refiere a comprender a los demás. Comprender que así como nuestro cuerpo está hecho de los mismos elementos que el planeta tierra o cualquier otro planeta.
Nuestras emociones está hechas de los mismos elementos que están hechos de los mismos elementos que viven en los demás seres humanos. Es decir que lo que sentimos también lo sienten los demás.
Educar las emociones
Que los mismos deseos que sentimos también están en los demás. Y que nuestra lucha por ordenar nuestras emociones y nuestros pensamientos también la viven los demás.
La mayoría no sabe que las emociones se educan por medio de las actividades artísticas. Tampoco saben que los pensamientos nobles tiene que ver con nuestra capacidad de reconocer que nuestros sufrimientos son los mismos de los demás.
Así que la intención tiene que ver con nuestro desarrollo emocional y nuestra capacidad de pensar. Pero las emociones no se controlan por el pensamiento.
El pensamiento nos ayuda a educar nuestras emociones. Pero al relacionarnos con personas con desarrollo artístico nos ayuda a comprender lo que es la belleza. Entonces entendemos que la verdad tiene belleza. Descubrimos que de nada vale querer ser muy inteligentes, si nos falta el desarrollo artístico.
Intelectuales y artístas
Muchas veces hemos conocido artistas que desconfían de los intelectuales y viceversa, intelectuales que menosprecian a los artistas. Tenemos que hacer un esfuerzo para no caer en estos extremos. Si queremos que nuestros motivos sean nobles tenemos que estar preparados para reflexionar sobre ellos y para educar nuestras emociones.
Como se puede inferir de lo anterior, estamos reconociendo los aportes de Schopenhauer sobre este tema. Él no solo le agrega al desarrollo occidental de intelecto, el aspecto emocional. La importancia de la Voluntad que él señala como anterior al pensamiento.
Primero queremos y luego nos sentamos a pensar como encausar esos deseos. En esa reflexión descubrimos que es necesario que nuestras emociones no se manifiesten de manera descontrolada, sino que tenemos que educarlas.
Aprender a amar
Mientras la voluntad se exprese por medio de emociones descontroladas estaremos sufriendo. Este sufrimiento nos dice que tenemos que buscar la felicidad, pero esta felicidad no está en tener todo lo que queremos, sino en querer cada vez menos, pero de mayor calidad.
En otras palabras aprendemos a amar y a que la intención de hacerles daño a los demás solo produce mayor sufrimiento. Aprender a amar a los demás es aprender a amarnos a nosotros mismos.
Así que a partir de ahora no solo debemos preguntarnos si logramos o no nuestras metas, sino que también tenemos que incluir cual es nuestra intención cuando hacemos algo.
Nuestros deseos son esencialmente los mismos de los demás. Lo que nos da nuestra identidad es el desarrollo moral. Así que no solo nos preguntamos que queremos, sino también con que amor o falta de amor lo vamos a lograr.
En resumen
La motivación se refiere a la energía que nos impulsa a conseguir nuestros objetivos. Sin embargo, este no es un proceso automático. No basta con lograr nuestros objetivos, es muy importante comprender con qué intención los logramos.
La intención está muy relacionada con nuestro desarrollo emocional y ético. Es realmente la clave para indicarnos si estamos desarrollando nuestro carácter. Comprender nuestras intenciones es una forma de conocernos mejor.
Referencias
Schopenhauer El mundo como voluntad y representación
José Contreras redactor y traductor en la gran familia de hermandadblanca.org
Sugerencias de lectura
Arnold Schweinzer Premio nobel (1) Reverencia a la vida
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