Motivación (4): Tendencia a la crítica
Motivación (4): Tendencia a la crítica
Introducción
Continuamos con el tema de la motivación. En esta ocasión vamos a revisar a tendencia criticar como una forma que tenemos de evitar la acción. Recordamos que aquí no estamos tomando la palabra motivación en el sentido de seguridad en uno mismo, sino en el sentido de una fuerza que nos mueve hacia una meta.
La tendencia a criticar nos oculta que en su esencia “el otro soy yo” y que no podemos hacerle daño a otro sin hacernos daño a nosotros mismos.
NOTA: Muchas veces surge la pregunta sobre los filósofos o científicos que escriben obras de crítica sobre un tema. La palabra crítica en filosofía normalmente quiere decir análisis. Es un sentido diferente al usado aquí.
Esto no niega que en muchos casos algunos trabajos supuestamente críticos son verdaderos insultos a quienes piensan de otra forma. En esos casos, no son aportes ni la verdad, ni a la ciencia. No son análisis.
Motivación: Tendencia a la crítica
Placer y displacer
Cuando criticamos a otro y le deseamos mal, quedamos atrapados al no poder ver el sufrimiento del otro. Primero porque cada persona trata de ocultar sus derrotas y además porque aunque veamos su fracaso siempre nos va a parecer que es insuficiente. Eso nos produce desdicha.
La crítica a otro tiene dos aspectos uno es el placer que produce el derrochar nuestra energía hablando mal de otro y la frustración que se siente posteriormente.
Cualquier mal que hagamos a otro (incluso en pensamiento) nos lo hacemos a nosotros mismos ya que todos somos partes del todo. Lo que pasa es que nos creemos separados, pero esto es un engaño. La compasión es la verdadera visión y surge del corazón. El corazón sabe cosas a las que no puede llegar la razón.
Cualquier mal que hagamos a otro (incluso en pensamiento) nos lo hacemos a nosotros mismos ya que todos somos partes del todo. Lo que pasa es que nos creemos separados, pero esto es un engaño.
El Dios vengador
Siempre tenemos posición sobre lo que es bueno y lo que es malo. Nos tomamos el derecho a estar en la posición de un Dios vengativo. De hecho por tradición aprendimos que hay un Dios que está esperando que la gente cometa errores para castigarlo. Esa imagen nos sirve de soporte para creernos los jueces de los demás.
Somos unos dioses que quieren castigar al malvado. Sin embargo vemos que los malos continúan en el poder. ¿Es que estamos equivocados? Cuando consideramos que Dios o los jueces del país o las autoridades de la institución no están castigando al que se porta mal (según nuestra opinión) queremos convertirnos en los vengadores.
Lo que no podemos cambiar
Queremos que las cosas cambien. Por ejemplo, hemos aprendido a no confiar en los políticos, pero son ellos los que tienen el poder político y deciden sobre la economía e incluso sobre la vida civil. ¿Es que estamos atrapados?
Es conveniente comprender que nuestro mayor poder como ciudadanos está en el campo de la sociedad civil. Es allí donde tenemos mayor autonomía, pero que hay campos donde nuestra autonomía como ciudadanos es menor como por ejemplo en los campos de la política del Estado y en la economía. Lo que es conveniente enfatizar es que hay campos en los que tenemos mayor poder de decisión que en otros. Muchos fracasos se deben a que queremos cambiar situaciones sin calcular cual es nuestra capacidad de participación y decisión.
Por supuesto, ai alguien quiere hacer cambios en el poder político debe relacionarse con el mundo político, por ejemplo, inscribiendose en un partido. Pero como individuos y como ciudadanos tenemos campos en los que podemos hacer pequeños cambio e inclusive cambios relevantes en ambitos muy específicos.
El punto aquí es que muchas veces nos dedicamos a criticar lo que no podemos cambiar. Los demás van a obtener las consecuencias de sus acciones independientemente de nosotros. Croticar a otros en una forma de ocultar que no estamos atentos a nuestras responsabilidades.
Leer para criticar
¿Es posible leer la prensa y no criticar, no tomar partido. No desearle mal a alguien?
Un ejemplo es el de las personas que se la pasan leyendo las noticias para criticar, con lo cual pierden mucho tiempo. No se dan cuenta que es importante estar al día sobre los sucesos mundiales y nacionales pero que no hay que darles exagerada peso. De hecho muchas veces descubrimos que algunas de esas noticias eran falsas. Lo que estamos tratando de observar es como desperdiciamos nuestra energía criticando. Nos desgastamos sin tener una finalidad.
Vemos la historia y creemos comprenderla, pero no comprendemos nuestro presente. Normalmente, vemos la historia con cierta distancia, una de las razones es que conocemos los resultados. Con el presente es diferente ya que no podemos predecir el futuro, pero tenemos deseos y temores. Una pregunta sería si al conocer el presente tenemos metas o si estamos viviendo al azar con la esperanza de que todo nos salga bien y con el temor de que nos salga mal.
Esperar lo peor con optimismo
Una forma de poner nuestro conocimiento en función de nuestros objetivos es esperar lo peor. Esto puede sonar absurdo, pero tiene su lado positivo.
Si tenemos metas y las noticias que nos llegan no son tan buenas como quisiéramos, la mejor forma de planificar es pensar cómo debemos prepararnos si ocurre lo peor y actuar desde ahora como si eso fuese a ocurrir.
Si ocurre ya estamos preparados, si no ocurre, mejor. Esto es una actitud positiva que aprovecha nuestro propio pesimismo. Esta sugerencia la aportó Schopenhauer.
Preocuparse por uno mismo
Muchas veces se piensa que quien se ocupa de sí mismo es un egoísta. Pero quien espera que los demás le resuelvan los problemas es aún más un egoísta. Quien espera las soluciones a sus problemas poniéndoles las cargas a los demás está dispuesto a criticarlos si ellos no responden. Muchas veces la crítica es una forma de hacer responsables a los demás por nuestros problemas. Es cierto que lo mejor es la cooperación y que en muchos casos podemos exigir el apoyo de los demás.
Pero cuando alguien nos ayuda debemos reconocer que quedamos en deuda con esa persona, aunque no nos haya dado tanto como habíamos esperado. Así que muchas veces cuando criticamos es porque no queremos hacernos responsables de nosotros mismos
Los cambios indeseables
Siempre van a ocurrir hechos con los que no estamos de acuerdo. Sin embargo, la gente que se queja n0 aporta nada. Los aportes lo hacen quienes se dedican a busca soluciones a algún problema concreto. Además, hay un aspecto que no siempre es suficientemente claro. Todo está cambiando constantemente y no hay manera de evitarlo. Si queremos impedir el cambio siempre tendremos razones para criticar, pero no estaremos aportando nada.
Lo que no retorna
Lo que no tomamos en cuenta es que hay cosas o prácticas que están en decadencia y van a desaparecer. Por ejemplo, querer revivir el estilo de vida de la Edad Media podrá ser útil para conocer la historia, pero ese pasado no va a regresar, de la misma forma en que nuestra infancia no va a regresar.
Lo que se quiere resaltar con esta idea es que a veces lo importante no es lo que nos parece nuevo, sino lo que está dejando de existir. Esa novedad que nos impresiona puede ser transitoria, pero nos oculta que hay situaciones que están desapareciendo y que no queremos aceptarlas e incluso es posible que nos hayamos quedado apegados a ellas. Por criticar las novedades es posible que no le prestemos atención a lo que realmente está cambiando.
Criticamos a quienes no son como nosotros
Siempre hemos observado que La crítica es más fuerte contra los que no son como nosotros.
Los que no son de nuestra religión,
los que no son de nuestro país, los que no hablan nuestra lengua,
los que no son nuestros familiares.
Siempre buscamos razones para distinguir entre nosotros y los demás.
No nos damos cuenta que los demás también somos nosotros. La filosofía de Schopenhauer presenta este problema como una forma de inconsciencia. Él presenta que el problema de la miseria del mundo está en no darnos cuenta de que somos una unidad y que al considerar al otro como enemigo estamos produciendo una separación que produce dolor. Ese dolor se puede superar al reconocer esa unidad.
A la gente parece convenirle distinguir entre ellos y los demás. Da sensación de poder. Cuando criticamos estamos haciendo esa separación sin hacernos conscientes del dolor que le producimos a los demás pero que también nos producimos, porque nadie puede dañar a otro si hacerse daño a sí mismo.
La compasión, que debería ser para todos, la guardamos solo para los familiares o los más cercanos en el grupo y solo cuando ellos coinciden con nosotros.
¿Cambiamos algo al quejarnos?
No tiene sentido lamentarse de un pasado remoto que no va a cambiar. Tampoco lamentarse de pasado muy reciente que tampoco va a cambiar.
Una de las cosas que hacemos es lamentarnos de lo que ocurrió, de los errores que hemos cometido o de los errores de los demás. Pero el pasado no se puede cambiar.
¿Por qué recordamos nuestros errores?
Es posible que una de las funciones sea hacernos precavidos y tener más previsión para la próxima ocasión.
Otra razón puede ser que no hayamos aprendido lo suficiente sobre esa situación y necesitamos reflexionar más.
Pero quejarnos no sirve para nada. Lo que podemos preguntarnos cuando recordamos algo desagradable es:
¿En qué tengo que cambiar?
Aportar felicidad
Lo que si debemos aprender es a ser felices y a compartir esa felicidad. Así como al culpar a los demás, nos estamos haciendo daño, de igual manera cuando buscamos la felicidad estamos creando felicidad a nuestro alrededor. Así cuando sintamos la necesidad de criticar y culpabilizar a los demás debemos preguntarnos porque no queremos ser felices.
Hay una maldición que dice:
Cuando vayas a entrar al cielo voy a amarrar mis piernas a las tuyas para que no puedas entrar.
Esta frase supone que la puerta del cielo es muy estrecha. Pero esta maldición está diciendo que el que le va a impedir la entrada al otro tampoco va a entrar.
No le podemos hacer daño a otro sin hacérnoslo a nosotros mismos.
No podemos ser un peso para otros. Entre menos esperemos de los demás más independientes podemos ser.
A modo de conclusión
Si todos somos tan malos como creemos, ¿Por qué la humanidad no desapareció hace muchos siglos? Hay seres que aportan suficiente como para que la humanidad siga existiendo y para que haya esperanza.
La crítica no sirve para hacer cultura. Es la creación la que produce cultura y creación es el hacer siempre algo nuevo.
Debemos separarnos de los que viven criticando. Debemos buscar a los que tienen valores éticos y que son los que pueden crear los frutos que tienen las semillas para desarrollar la cultura.
Un ejercicio práctico para evitar la tendencia a criticar:
Cuando estemos en un grupo y sintamos deseos de criticar a alguien que no está presente podemos hacernos esta pregunta: ¿Estoy dispuesto a repetir mi crítica frente a esta persona?
Si la respuesta es no. Entonces, no hagamos el cometario que íbamos a hacer.
Referencias
Schopenhauer El Mundo como voluntad y como representación
Patricia Cerda La importancia de Schopenhauer.
José Contreras redactor y traductor en la gran familia de hermandadblanca.org
Lecturas sugeridas
Anna Bonus Kingsford: Sueño (2) El tren sentenciado
Anna Bonus Kingsford: Sueño (1) los tres velos entre el Hombre y Dios.