El Perdón Vs. La Justicia. El eterno dilema del ser.
Muchas han sido las filosofías y muchos han sido los maestros y guías espirituales que nos han iluminado ayudándonos a entender conceptos tan importantes como el perdón y lo relevante de su práctica en nuestra vida cotidiana. Al mismo tiempo y por fortuna, sabemos también que la justicia debe ser uno de los pilares de nuestra existencia y que, sin ella, caeríamos irremediablemente en las garras del caos, condenándonos a terribles consecuencias.
Sin embargo es necesario no confundir estos conceptos ni perder el equilibrio emocional al practicarlos.
La ley de causa y efecto es inquebrantable y conocemos de sobra cómo funciona. Sabemos que el perdón es la sublime herramienta capaz de romper una cadena kármica, que libera a quien lo otorga de la posibilidad de acumular rencores y también libera a quien lo recibe, eximiéndolo de recibir el castigo y del remordimiento por la falta cometida. Sin embargo, son numerosos los textos antiguos que nos invitan a ser justos con respecto a nuestras acciones y sentimientos, haciendo hincapié en la importancia de ser justos para lograr una vida armónica y de sana convivencia con los demás.
Entonces, ¿cómo saber cuándo perdonar y cuándo ser justos?
Volvemos al tema del equilibrio. Para quienes conocemos el valor del perdón, es fácil caer en la tentación de vivir llenos de amor hacía quienes nos rodean y simplemente perdonar cada ofensa, grande o pequeña, sin detenernos a pensar que la justicia también juega un papel determinante en nuestro desarrollo interior.
Pongamos un ejemplo. Sara va caminando por la calle cuando un chico distraído sale corriendo de una tienda, tropieza con Sara y la hace caer. Como consecuencia de la caída, las gafas de ella han quedado completamente inservibles. Sara necesita de sus gafas para trabajar. ¿Sara debe sólo perdonar al chico o debe pedirle que pague por unas gafas nuevas?
Podemos empezar por analizar a detalle las circunstancias que rodean el hecho.
El chico fue distraído y arruinó la herramienta de trabajo de otra persona aunque él no fue mal intencionado, calificando el asunto como un accidente. Por otro lado tendríamos que saber si Sara cuenta o no con la solvencia económica para cubrir los gastos. Si el chico es perdonado y no se le solicita resarcir el daño económico, es probable que no aprenda la lección y vuelva a salir corriendo de algún lugar sin considerar que puede romper otra cosa o, peor aún, lastimar a alguien. Por otro lado Sara podría pensar que el chico es muy joven y que lo mejor sería perdonarlo aunque eso le signifique desequilibrar su presupuesto mensual al comprar unas gafas nuevas. ¿Qué es lo correcto? ¿Perdonar o ser justos?
Recordemos que las leyes que rigen el orden cósmico son perfectas. Y que, en efecto, operan más allá de nuestras acciones y decisiones diarias.
Sin embargo, también es verdad que el perdón y la justicia existen en nuestro haber. Para ser aplicados por nosotros como mecanismos de amor, armonía e iluminación. Finalmente, nuestro ser interior es la pauta a seguir.
Dentro de nosotros siempre está la respuesta correcta ante cada circunstancia de la vida.
Sara obrará adecuadamente tanto si perdona al chico como si decide solicitarle que sea justo y pagar el daño. La voz de nuestro ser divino es la más sabia y expone ante nosotros la solución perfecta. La certeza radica en abrir nuestros ojos, oídos y corazón a esa sublime voz y ser muy honestos y analíticos sobre lo que sentimos ante un daño u ofensa recibidos.
El Perdón y la Justicia, pueden interpretarse como los extremos de un mismo camino; y el equilibrio, la mejor forma de transitarlo.
AUTOR: Kikio, redactora en la gran familia hermanadblanca.org
Para saber más:
No confundir egoísmo con justicia
Falso dilema… Si perdonas restauras, quien querrá ser justo: ¿Tu ego? ¿Tu SER DIVINO….?
Gracias
No me resultan incompatibles ni excluyentes. Alguien me enseñó que está bueno pasar haciendo el bien por éste mundo,pero es condición sinequanon primero se justos con nosotros mismos, lo cual nos permite preserva nuestra energía vital. Siempre debemos perdonar, aunque en ciertas ocasiones es justo y saludable apartarse de quien nos hizo daño.