Por los caminos de Dios: Reflexiones sobre nuestra búsqueda espiritual: El camino del conocimiento

Roberto Mercher

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En el primer artículo de esta serie hice una breve descripción de los cinco caminos que he identificado en nuestra búsqueda de crecimiento espiritual. En este artículo ampliaré lo que he encontrado sobre el camino del conocimiento, que es la vía de los intelectuales, los teólogos, los filósofos, incluso de algunos científicos y en general, de todos aquellos que prefieren la búsqueda de Dios a través del razonamiento en lugar de la revelación.

El conocimiento nos da la capacidad de entender la realidad que nos rodea a través de la razón. Algunos estudiosos de lo espiritual coinciden en que no es posible llegar a Dios a través del conocimiento, que solo es posible llegar a él a través de la fe. Sin embargo, pienso que a través de la sabiduría que nos puede brindar el conocimiento, podemos lograr nuestro anhelado encuentro con Dios.

La filosofía ha sido la vía utilizada para tratar de entender, a través de la razón, el origen y la naturaleza de la creación y, por medio de ese conocimiento, comprender su relación con el Dios que conciben las religiones. Esto ha hecho que uno de los objetos de atención de la filosofía sea precisamente el concepto de Dios y aunque el Dios de los filósofos dista mucho del Dios de las religiones monoteístas predominantes, el solo considerarlo dentro del alcance de sus estudios, deja ver la importancia que tiene para la filosofía el entendimiento de la creencia en un Dios. 

La ciencia moderna tiene su origen en la filosofía y es través de la ciencia que muchos científicos dedican tiempo y esfuerzo a explicar la “no existencia” de Dios, lo cual suena contradictorioconsiderando el ateísmo que se le  atribuye a la ciencia, porque ¿qué sentido tiene buscarle una explicación a la “no existencia” de un Dios cuya existencia se niega por principio?, el solo hecho de hacerlo, deja entrever la posibilidad o por lo menos la duda de que realmente pueda existir.

Tal como lo veo, un problema que enfrenta la ciencia en esta situación, es que, si bien es cierto que no ha sido posible demostrar científicamente la existencia de Dios y no sé si con la metodología científica actual eso sea posible algún día, tampoco le ha sido posible demostrar que no existe, por lo que la conclusión más aceptable sería asumir la incapacidad de nuestro nivel actual de entendimiento para acceder al conocimiento que logre explicar la existencia o no de Dios.

En cuanto a las ciencias modernas, aun cuando no declaran oficialmente que están en busca de Dios, es evidente que algo de su esfuerzo está encaminado a la búsqueda de verdades que expliquen el origen, el comportamiento y el destino de la creación, incluyendo al hombre como parte muy importante de esa creación, lo cual en buena parte es la misma búsqueda de las religiones, solo que estas se han limitado a explicarlo a través de la fe en un Dios creador y sostenedor de todo lo que existe.

Entre las ramas de la ciencia que actualmente escudriñan más en los secretos de la creación están: la física de partículas, la cosmología, la biología molecular, la neurología y la sicología, por nombrar algunas. La primera busca entender las leyes que rigen el comportamiento de la materia y la energía a niveles subatómicos. La segunda persigue lo mismo, pero a nivel cósmico, buscando comprender la creación, la evolución y destino final del universo. La tercera busca explicar la maravilla de la creación, el funcionamiento y evolución de la vida y, en especial, de la especie humana, a través del entendimiento de la bioquímica molecular que le da origen y la sustenta. Por último, la neurociencia y la sicología buscan en la intrincada interconexión neuronal de nuestros cerebros, la explicación al surgimiento de la consciencia que nos hace ir más allá del comportamiento básico de los animales no humanos, en busca de explicaciones a nuestra propia existencia y de todo lo que nos rodea, incluyendo la existencia de Dios.

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Lo interesante de estas búsquedas científicas, es que a medida que profundizan más en sus estudios, aun cuando se consiguen respuestas antes desconocidas y algunas de ellas explicadas solo por la fe, surgen nuevas preguntas que apuntan a la necesidad de buscar respuestas a lo que pareciera ser un orden implícito en la creación. Es como si a nivel subatómico y a nivel cosmológico, pasando por todos los niveles de iteración de la materia y la energía, hubiese leyes que garantizaran el comportamiento ordenado del universo tal como es y no como el caos total que pudiera ser de no existir tales leyes. Este comportamiento que pareciera inteligente, ha hecho pensar a algunos científicos que detrás de él está precisamente ese Dios que, si bien no cumple con todas las características de los Dioses de las religiones tradicionales, es omnipotente, omnipresente, creador y sustentador de todo lo que existe.

Por otro lado, dada la creencia en que la ciencia y la religión no son compatibles, suena paradójico que la erudición en las ciencias nos pueda encaminar a nuestro encuentro con La Divinidad; sin embargo, son conocidos los casos de científicos que a medida que han avanzado en el conocimiento profundo de sus especialidades, se han convencido más de la existencia de “algo” cuyo entendimiento va más a allá de la ciencia y aun cuando a ese “algo” no lo hayan llamado Dios, la sola percepción de su existencia los ha conducido a la búsqueda de su explicación.

Cómo avanzamos en el camino del conocimiento

En mi opinión, la puerta que abre el camino del conocimiento es la duda. La duda como impulso a buscar la respuesta a la gran interrogante: ¿Dios existe o no?

Al inicio de este camino nos sentimos ignorantes o incrédulos en temas religiosos o espirituales que nos puedan ayudar a responder nuestras preguntas sobre la creación y su hacedor. En esta etapa estamos conscientes de saber muy poco o nada acerca de Dios, pero también estamos conscientes de nuestro deseo de conocer más sobre él.  

Para superar esa ignorancia o incredulidad es necesario decidir por cuál de las ramas del conocimiento avanzaremos para alcanzar el nivel de comprensión y sabiduría que nos permita lograr la meta de nuestro encuentro con Dios. En función de con cuál rama nos identificamos más, podemos escoger la filosofía, la teología o la misma ciencia o una combinación de ellas. Una vez seleccionada la vía, nos tocará hacer nuestro mayor esfuerzo en profundizar cada vez más nuestro entendimiento de los principios que rigen el camino especifico que hayamos elegido.

Obstáculos en el camino del conocimiento

El principal obstáculo en este camino es la pereza de estudiar y adquirir nuevos conocimientos. Si no logramos vencerla, la recomendación es buscar otros caminos que requieran un menor esfuerzo para alcanzar nuestra meta.

Si la pereza no nos vence, entonces podemos estudiar y adquirir conocimientos que nos ayudarán a entender cada vez más la creación y a su creador. Esos conocimientos nos pueden convertir en eruditos en la religión o en las ciencias y a medida que avancemos nos daremos cuenta que vamos aprendiendo cada vez más acerca de ellos, lo cual nos motiva a seguir ampliando nuestro entendimiento. La filosofía y la teología nos ayudarán a alcanzar la erudición religiosa, mientras que la científica la podemos lograr por medio de las ramas especializadas de la ciencia que buscan explicar los misterios de la creación y entre ellos el gran misterio de Dios.

Una vez que alcanzamos ese nivel de erudición puede aparecer el obstáculo de la vanidad, con la cual nos creemos únicos y especiales. Podemos llegar a creer que lo sabemos todo y que ya no necesitamos aprender más. Si resultamos presa de la vanidad la recomendación es afrontarla y superarla, porque es un obstáculo que nos impedirá avanzar en todos los caminos.

Cuando la vanidad no logra impedir nuestro avance, podemos seguir adquiriendo más conocimientos, a un nivel tal que no necesitaremos ya estar conscientes de lo que sabemos, la intuición será parte de nuestras capacidades y accederemos al conocimiento sin un razonamiento previo. Alcanzaremos el nivel de la sabiduría.

Alcanzada la sabiduría, el obstáculo que debemos superar para concretar nuestro encuentro con Dios es el perfeccionismo, que es la obsesión de no sentirnos nunca satisfechos con lo que hemos logrado, pensando que podemos ir más allá. A través de la sabiduría ya conocemos al Altísimo, pero el perfeccionismo nos impide aceptarlo. Cuando llegamos a entender que siendo humanos no somos perfectos y que solo lo seremos cuando lleguemos al Creador, entonces finalmente entenderemos que lo hemos logrado.

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AUTOR: Juan Sequera, autor para la familia de Hermandad Blanca.

4 comentarios

    1. Gracias por su comentario tan constructivo. Con seguridad le sacaré mucho provecho en mi busqueda espiritual.

    1. Gracias por su comentario. Que bueno, me alegro que haya encontrado su camino. He pasado por la misma experiencia con el camino del conocimiento, pero mi lado racional a veces se impone y regreso a la busqueda de más conocimiento. Pienso que es un proceso individual que a cada uno nos toca vivir hasta encontrar nuestro camino de regreso al Creador. Saludos.

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