Reflexiones: La Soledad

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Algunos dicen que nacemos y morimos solos, pero lo cierto es que la mayor parte de nuestras vidas transcurre estando acompañados. Mientras estamos pequeños y dependemos de otros para subsistir, la soledad no forma parte de nuestras preocupaciones, a menos que seamos abandonados, en cuyo caso las posibilidades de sobrevivir son mínimas. Una vez que somos capaces de valernos por nosotros mismos es cuando la soledad puede pasar a formar parte de nuestra existencia y de nuestras inquietudes.

Los humanos estamos genéticamente diseñados para requerir compañía y apoyo para vivir. Como especie hemos comprendido que nuestras posibilidades de supervivencia son mayores si formamos parte de un grupo en lugar de vivir en solitario. No es imaginable que un recién nacido sobreviva sin el apoyo de su madre o de quien haga las veces de ella. Con excepción de los mamíferos, las crías de muchas de las especies son capaces de sobrevivir sin mayor apoyo de los adultos de sus especies, pero el hombre no es capaz de lograrlo. Ese es el precio que pagamos por nacer con un cerebro que no está totalmente desarrollado ni capacitado para garantizar nuestra supervivencia al nacer sin el apoyo de un adulto, pero que precisamente por eso será capaz de ser lo suficientemente flexible para desarrollarse y adaptarse a su entorno de manera inteligente.

Básicamente podemos identificar tres tipos de soledad, con orígenes o motivos diferentes. La primera, que podríamos llamar “soledad social”, la cual es una soledad real, de pocas relaciones interpersonales, por lo general la padecen las personas tímidas e introvertidas, incapaces de relacionarse y establecer relaciones significativas con otras personas. Para ellas la soledad puede o no ser  percibida como un problema, dada su condición de estar poco interesadas en interactuar con otras personas. Si esa falta de relaciones  genera el sentimiento de no existir para los demás, de haber sido abandonados, estamos ante el segundo tipo de soledad, la “soledad psicológica o emocional”, la cual puede desencadenar estados de ansiedad, tristeza, angustia, depresión y miedo. Este tipo de soledad también puede ser provocada por la pérdida de un ser amado, bien sea por fallecimiento o por ruptura de la relación. También la padecen aquellas personas que aun estando acompañadas se sienten solas, incomprendidas y no valoradas por los demás. Por último tenemos la “soledad por elección”, la cual por lo general es valorada por aquellas personas atraídas por la búsqueda interior, la reflexión, el autoconocimiento y el crecimiento espiritual. Para ellos la soledad es una oportunidad de encontrarse con ellos mismos y sacar provecho de ese encuentro.

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Además de los efectos psicológicos ya mencionados de sentirnos solos, la soledad genera afectaciones físicas entre las cuales podemos mencionar las siguientes:

  • Insomnio o baja calidad del sueño: Al sentir que no hay nadie para protegernos, nuestra preocupación y estado de alerta afecta nuestra capacidad de recuperarnos y descansar mientras dormimos.
  • Aumento del estrés: Al sentirnos solos nuestro cuerpo genera los cambios fisiológicos propios del estrés, que nos preparan para reaccionar ante las posibles amenazas.
  • Disminución de la respuesta inmune: La tristeza, la angustia, la depresión y el estrés afectan nuestra capacidad de respuesta ante las enfermedades.
  • Aumento del riesgo de demencia: El estrés emocional producto de la soledad aumenta nuestra propensión al deterioro progresivo de nuestras facultades mentales
  • Aumento del riesgo de muerte prematura por enfermedades cardiovasculares: La exposición permanente a un estado de estrés incrementa las posibilidades de sufrir accidentes cardiovasculares asociados a niveles más altos de presión arterial.

Otro efecto de la soledad es el estigma que puede significar terminar solos en la vida. En el pasado esa situación era totalmente indeseable. Para la mujer el quedarse solterona era casi como una maldición, mientras que para el hombre podía ser un motivo para poner en duda su masculinidad. En la actualidad esa visión ha cambiado, en el mundo competitivo de hoy más bien quejarse de estar solo puede interpretarse como un síntoma de debilidad emocional. La edad promedio a la cual hombres y mujeres deciden casarse es cada vez mayor y el porcentaje de ellos que decide hacer sus vidas solos también es cada vez más alto, dedicándose a sus propios intereses personales y profesionales. Sin embargo, la soledad siempre será un tema de interés en la vida de los seres humanos, cuya importancia dependerá de la personalidad de quien la vive y de quien la juzga.

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Algunos consejos para superar el sentimiento de soledad:

  • Acepta lo que sientes y exprésalo: Si no sientes la confianza de hacerlo con alguien, lleva un diario en donde puedas escribir lo que sientes. Expresar lo que sentimos ayuda a comprender sus causas y a encontrar las posibles soluciones.
  • Disfruta de tu propia compañía: Aprovecha la oportunidad de estar solo para conocer más de ti mismo.
  • Evita aislarte: Busca el contacto con familiares, amigos o personas conocidas o participa en grupos que compartan tus mismos intereses.
  • Participa en actividades recreativas: Forma parte de grupos que hagan actividades que te gusten.
  • Asiste a las reuniones que te inviten: Aunque te pueda resultar incómodo al principio, las reuniones son oportunidades de conocer a otras personas con tus mismos intereses, con las cuales puedes establecer relaciones de largo plazo.
  • Utiliza las redes sociales: Al igual que las reuniones, las redes son espacios de interrelación social que propician el contacto con otras personas que pueden ser de tu interés.
  • Participa en grupos de voluntariado: Son otros espacios de interacción con personas que comparten tus mismos intereses.
  • Compra o adopta una mascota: Las mascotas no hablan, no critican, no cuestionan y saben transmitir el aprecio que sienten por sus dueños, lo cual las hace una excelente compañía,
  • Establece una rutina para tu día a día: Las actividades rutinarias alejan de nuestra mente los pensamientos negativos que potencian el sentimiento de soledad
  • Practica algún deporte o simplemente sal a la calle a caminar: La actividad física propicia la producción de endorfinas, que a su vez generan la sensación de bienestar que mitiga el malestar propio del sentimiento de soledad.
  • Proponte pequeñas metas diarias: El compromiso y la concentración que se ponen en el logro de las metas restan espacio a los pensamientos negativos que alimentan la sensación de soledad que nos afecta.

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Siempre recordaré lo que me decía mi madre cuando me quejaba de estar solo, siempre me decía: “Nunca estás solo, Dios siempre está contigo”. Si te sientes solo y crees en un Ser Superior te comparto esa frase, a mí siempre me ayudó a no sentirme solo.

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Autor: Juan Sequera, autor de la gran familia de la Hermandadblanca.org

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