Anna Bonus Kingsford: el alma en la eternidad (40)
Anna Bonus Kingsford: el alma en la eternidad (40)
Introducción a el alma en la eternidad
Para las personas que quieren conocer la diferencia entre los cuerpos sutiles, esta lectura va a ser de mucha utilidad. La Doctora Anna Bonus Kingsford distingue entre el cuerpo físico y tres envolturas que son Nephesh que es la parte más densa y recuarda solo una encarnación, Ruach que es el alma bruta, que podríamos relacionar con una piedra sin tallar y Neshamah que es el Espíritu o lo más noble que crea un ser humano.
Esta distinción hace que sea un texto denso, en la medida en que no distingamos estos conceptos. Los conceptos más importantes van a ser los de Ruach, que podríamos relacionar con el alma que debe evolucionar y Neshamah que es quien guarda solo lo más noble que hay en nosotros.
Recordamos que la Doctora Kingsford recibía estas iluminaciones a veces en sueños y otras como imágenes estando despierta y luego las escribía para transmitirlas a la humanidad.
Como en ocasiones anteriores primero vamos a presentar la traducción de este capítulo (40) CONCERNING THE HEREAFTER que se puede traducir como «El alma en la eternidad», «a partir de ahora» o también podría ser «vida después de la muerte». Esta iluminación, como la denominaba la autora, fue recibida en julio de 1881.
Posteriormente hacemos una interpretación para darle al lector otros puntos de vista para su lectura del texto.
Es importante resaltar que estos textos por ser de carácter simbólico tienen múltiples interpretaciones y que la misma doctora Kingsford proponía que debía haber libertad para que cada persona llegase a sus propias conclusiones, sin necesidad de un intérprete.
Traducción de Anna Bonus Kingsford: sobre la eternidad (40)
Después de la vida
Cuando un hombre se separa de su cuerpo terrenal al morir, lo que sobrevive de él se divide en tres partes:
El alma divina o, como se dice en hebreo, Neshamah; el alma bruta o Ruach, que es la persona del hombre; y la sombra o Nephesh, que es la parte más baja de la sustancia del alma. En la gran mayoría de las personas la consciencia está reunida y concentrada en el alma bruta, o Ruach; en pocos sabios está polarizada en el alma divina.
Neshamah: El Alma Divina
Ahora bien, esa parte del hombre que atraviesa, o transmigra (el proceso que es llamado en hebreo Gigal Neshamoth) es el alma divina, la cual es el receptáculo inmediato del Espíritu divino. Aunque en el mundo no hay nada más que lo humano, real o potencial, el Neshamah subsiste también en los animales, aunque solo como un punto de luz, y por lo tanto su conciencia es rudimentaria y difusa. Al final, es el Neshamah quien se escapa del mundo para ser redimido en la vida eterna.
Ruach: el alma terrenal
El alma bruta, o mente terrenal, es esa parte del hombre que retiene todas la memorias locales y terrestres, los afectos, preocupaciones y personalidades del mundo o de la esfera planetaria y lleva su nombre familiar o terrenal. Después de la muerte, esta alma bruta o Ruach permanece en el “bajo Edén” a la vista y llamada de la esfera de la esfera magnética de la tierra. Pero el alma divina o Neshamah –cuyo nombre solo es conocido por Dios- asciende y continúa su evolución, llevando consigo solo una pequeña porción, la más pura, del alma externa o mente.
Los tres cuerpos
Esta alma divina es el verdadero hombre. No está dentro del granizo de la atmósfera magnética y solo en muy raras y solemnes ocasiones, retorna desnudo al planeta.
La sombra astral, el Nephesh, es mudo;
El alma terrestre, el alma bruta o Ruach, habla y recuerda;
El alma divina, el Neshamah, que contiene la luz divina, ni regresa no se comunica, es decir, en la forma ordinaria.
Lo que recuerda el alma bruta es solo la historia de una sola encarnación debido a que es parte del hombre astral y el hombre astral es renovado en cada encarnación de Nashamah.
Memoria de una sola vida
Los hombres muy avanzados reencarnan, no en este planeta, sino en otro más cerca del sol. El alma bruta ha vivido solo una vez y no reencarna. Continúa en el “bajo Edén”, es una personalidad en relación a la tierra y retiene las memorias, buenas y malas, de su única vida pasada. Si ha hecho mal, sufre realmente, pero no es condenada. Si ha hecho bien, es feliz, pero no es beatificada. Con el pensamiento continúa sus actividades favoritas de la tierra y crea para sí mismo casas, jardines, flores, libros y demás cosas con la luz astral. Permanece en esta condición con mayor o menor definición de acuerdo a la personalidad que había adquirido hasta que el alma divina, que fue uno de sus templos, ha completado todos sus avatares.
El espíritu solo toma lo bueno del alma
Luego, con todas las otras almas terrestres pertenecientes a esa alma divina, es llevada al Eden celestial, o cielo superior y regresa a la esencia de Neshamah. Pero no regresa todo, solo los buenos recuerdos; los malos recuerdos se hunden en el estrato más bajo de la luz astral, donde se desintegran. Esto es debido a que si el alma divina retuviese permanentemente en su estado perfecto la memoria de sus malas acciones y desgracias, sus dolores y amores terrestres, no podría ser perfectamente feliz. En consecuencia, solo esos amores y memorias que han penetrado el alma de la tierra lo suficiente como para alcanzar el alma divina, regresan a Neshamah y se hacen parte del hombre.
El verdadero amor es celestial
Se dice que todos los matrimonios son hechos en el Cielo. Esto significa que todas las uniones de verdadero amor son hechas en el mundo celestial interno del hombre. Las simples atracciones del alma bruta se desvanecen y se limitan a esta alma. Cuando el Ruach es interrogado, solo puede hablar de una vida porque ha vivido solo una. De ella retiene todos los recuerdos y todos los afectos. Si estos han sido profundos, permanecen cerca de las personas a quienes amaron especialmente y las arropa.
Las simples atracciones del alma bruta se desvanecen.
Lo bueno de cada reencarnación
Un solo Neshamah puede tener muchos de estos anteriores “Yoes” en la luz astral, de la misma manera en que alguien puede tener muchos vestidos. Pero cuando el alma divina se perfeciona y está a punto de ser recibida por “el Sol” o Nirvana, ella absorve todas estas partes de sí misma y toma posesión de sus recuerdos, Pero solo de las partes valiosas de ellos y así no se privará de su paz eterna.
Memoria de la eternidad
En “los planetas”, el alma olvida, en “los Soles”, recuerda. Porque in memoria æternâ erit Justus. Solo cuando un hombre completa su regeneración y se hace hijo de Dios, un Cristo, puede mantener estos recuerdos de la vidas pasadas. Tales memorias que un hombre, en camino de ascenso, puede tener de sus pasadas encarnaciones son solo reflejos y no son eventos corrientes, sino principios y verdades así como hábitos adquiridos. Si estos recuerdos se refieren a eventos, son vagos e irregulares porque son reflejos de esas sombras de sus antiguos yoes en la luz astral.
Los anteriores yoes – los templos desiertos del alma divina- frecuentan su esfera y son atraídos hacia ella. Especialmente bajo ciertas condiciones. A partir de ellas, aprende a través de la intermediación de su genio o “luna” que ilumina la cámara oscura de la mente y refleja en su libro los recuerdos adquiridos por el pasado ensombrecido. El alma bruta o Ruach siente que progresa por si misma, porque tiene una vaga sensación de que tarde o temprano será elevada a esferas más altas.
El método de la ignorancia
Pero este es el método de la ignorancia, porque solo se puede conocer lo celestial uniéndose a él. El aprendiz que lo hace siente que su progreso es adquirido por reflejo de los rayos del alma que surgen desde lo terrestre, Los hombres avanzados sobre la tierra asisten y enseñan al alma astral y por lo tanto su afición por sus esferas. El alma astral aprende por reflejo de las imágenes intelectuales o pensamientos.
Lo similar atrae lo similar
Es correcto cuando se dice que el Ruach es inmortal, ya que la mejor parte de él al final será absorbido en el Nashanah. Pero si uno interroga a un Ruach de unos dos o tres siglos de antiguaedad, rara vez sabe más de lo que él aprendió en su vida en la tierra. A menos que él obtenga conocimiento nuevo de su interrogador. La razón por las que algunas comunicaciones son astrales y otras celestiales es simplemente que la mayoría se comunica por medio de su alma bruta y otros –los pocos purificados- por medio de su alma divina. Ya que lo similar, atrae a lo similar.
Es correcto cuando se dice que el Ruach es inmortal, ya que la mejor parte de él al final será absorbido en el Nashanah.
Diferentes grados de amor
Las almas terrestres de los animales rara vez las conseguimos. Ellas se comunican más con animales que con los hombres, a menos que un afecto entre el animal y el hombre haya sido muy fuerte. Si un hombre quiere encontrar y reconocer a su amada en el Nirvana, él debe crear su afecto en Nashamah y no en Ruach. Hay muy diferentes grados de amor. El verdadero amor es más fuerte que mil muertes. Ya que aunque uno muera mil veces, un solo amor puede perdurar más allá de cada muerte, desde un nacimiento al siguiente, creciendo y culminando su intensidad y poder.
Aunque uno muera mil veces, un solo amor puede perdurar más allá de cada muerte, desde un nacimiento al siguiente, creciendo y culminando su intensidad y poder.
Interpretación de Anna Bonus Kingsford: sobre la eternidad (40)
Este trabajo muestra que lo que llamamos alma y espíritu es más dinámico de lo que hemos creído. Hay un nivel que es solo material y que es el Nephesh que vendría a ser solo una sombra y a la que no se le da mayor relevancia. Luego está Ruach que es el alma terrestre y que se ocupa en los problemas del día al día, pero tiene la opción de mirar hacia lo superior. En la medida en que se ocupa de lo superior se une al Neshamah y evoluciona.
Luego está Neshamah que es el mundo celestial. En Neshamah se une todo lo bueno de todas las vidas que hemos tenido.
El mensaje es que siempre podemos elegir entre lo mortal y lo inmortal. En el amor elegimos si es solo un amor material, sin trascendencia o si es un amor que merece ser eterno.
Cuando usa la expresión del genio o la luna que refleja la luz y no ilumina en nuestras partes oscuras, nos está diciendo que hay seres que nos ayudan, si queremos aceptar su apoyo.
Esos seres solo nos puedan iluminar, pero somos nosotros quienes tenemos que prestarle atención a esas partes iluminadas para conocernos mejor y poder crecer. El otro método es el de la ignorancia, que se refiere a prestarle atención solo a lo material y no a lo espiritual.
Esa elección la realiza nuestro yo, que es quien en realidad elige si se una al alma bruta o al espíritu. Es en realidad la intención con la que hacemos las cosas. La libertad es interna y lo que define no es el hecho aislado, sino la intención con la que realizamos nuestras tareas.
Referencias
Anna Bonus Kingsford CONCERNING THE HEREAFTER
J. Contreras redactor y traductor en la gran familia de hermandadblanca.org
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