Conocimiento superior (1) el respeto
Conocimiento superior (1) el respeto
Introducción: El respeto
En este artículo vamos a señalar un problema con el que se encuentran las personas que quieren lograr un desarrollo espiritual. Quieren conseguirlo rápido y creen que basta con leer muchas obrar relacionadas al tema.
No entienden que es necesaria una preparación interna que permita el desarrollo de la personalidad y del carácter. En esta ocasión vamos a referirnos al desarrollo del respeto a los demás y a uno mismo.
Es necesario comprender que el respeto implica saber callar y no criticar. Además el respeto está vinculado al desarrollo de la sensibilidad por medio de las artes.
Conocimiento superior: el respeto
Rudolf Steiner en su obra ¿Cómo se adquiere el conocimiento de los mundos superiores? Nos explica que una de las condiciones para adquirir el conocimiento de los mundos superiores es el respeto a los demás y a nosotros mismos. Él mismo señala que la mayoría de las personas considera que no hay relación entre nuestros sentimientos y la búsqueda del conocimiento.
Una de las razones es que cuando le faltamos el respeto a alguien o a nosotros mismos estamos perdiendo energía y una persona débil no tiene la fuerza como para llegar al conocimiento del mundo espiritual. Sin embargo, muchas veces no nos damos cuenta de cuando estamos perdiendo nuestra energía. Esto se debe a que el placer de hablar mal de otro o de degradarnos nos oculta nuestras debilidades.
El respeto a nosotros mismos
Este problema se ve con mayor claridad cuando le faltamos el respeto a otro. Pero nos parece difícil creer que nos podamos faltarnos el respeto a nosotros mismos. Pro lo hacemos con mayor frecuencia de la que creemos.
Cuando mentimos nos faltamos el respeto porque no somos capaces de decir la verdad. Aunque no reconozcamos nuestra cobardía, con la mentira estamos intentando ocultar algo que consideramos negativo en nosotros. Muchas veces al mentir, estamos tratando de que otro se haga responsable por lo que no hicimos o por lo que hicimos.
Otro caso de falta de respeto a nosotros es cuando nos descalificamos. ¡Yo si soy gafo! Esta es una expresión que no le dirigiríamos a alguien a quien respetamos y sin embargo, nos creemos muy graciosos cuando la dirigimos contra nosotros. También nos irrespetamos cuando alguien nos descalifica y en vez de rechazar la afirmación la aceptamos.
Otro ejemplo de falta de respeto a nosotros mismos es la de escuchar críticas contra otros. No solo nos hacemos cómplices, sino que lo que escuchamos continúa trabajando como una orden dentro de nosotros. Podríamos decir que el oído es el sentido más interno que tenemos.
Una forma de evitar esta complicidad (cuando estamos obligados a estar en el sitio donde alguien está criticando u ofendiendo a alguien) es la de tener pensamientos de armonía y repetir ese pensamiento silenciosamente. De esta forma nuestra mente está ocupada con nuestro lenguaje silencioso.
El respeto y el pensamiento
Este concepto del lenguaje silencioso ha sido estudiado por el Psicólogo Vygotsky. La idea que él presenta es que aprendemos a controlarnos por medio del lenguaje. Ese lenguaje puede venir de otras personas o de nosotros mismos.
En cualquier caso, si no tomamos la decisión de controlar y dirigir nuestra conducta, ésta queda bajo el control de otras personas. Por esta razón es muy importante tener siempre ciertas frases preparadas para repetírnoslas. Deben ser frases que nos ayuden a tener mayor control sobre nosotros mismos.
Esta última idea se puede relacionar con la de tener o no tener proyectos propios. Si nosotros no tenemos metas en la vida, terminaremos sirviéndole a las metas que otros nos imponen. Esto también es una falta de respeto a nosotros mismos. Las frases a las que nos referimos antes deberían estar vinculadas con nuestras metas.
El respeto a los demás
Una de las formas más ocultas de irrespeto a nosotros y a los demás es cuando pensamos mal de alguien. Debemos estar conscientes de la emoción que sentimos cuando pensamos en los defectos de alguien. Podemos sentir rabia.
La emoción de hablar mal
Podemos sentir placer en saber que el otro se está haciendo daño. En ambos casos nos estamos faltando el respeto, no solo por estar malgastando nuestra energía, sino porque estamos reforzando esas conductas y las vamos a repetir con mayor frecuencia. En la medida en que nuestros compañeros descubran que somos propensos a hablar mal de otros, nos podrán usar para expandir rumores que los beneficien a ellos.
Hay algunos ejercicios que podemos hacer para evitar esas conductas. Una es que cuando tengamos deseos de hablar mal de alguien nos hagamos la siguiente pregunta: Estoy dispuesto a repetir esto delante de la persona de la voy a hablar mal. Si nuestra respuesta es que sí. Entonces podemos darnos permiso para hablar.
La cobardía de hablar mal
Pero si nuestra respuesta es que no, debemos callarnos y no expresar esa maledicencia ya que, hablar sin la presencia del afectado, sería una cobardía. Es decir, a la emoción de hablar mal estaríamos añadiéndole la emoción de la cobardía. Es evidente que la cobardía es una debilidad que nos pone al servicio de quienes nos quieran usar para hacer daño.
Se entiende que el acceso a los mundos superiores no puede estar abierto a quienes le hacen mal a otros. La debilidad no es una excusa, sino un agravante.
Se entiende que el acceso a los mundos superiores no puede estar abierto a quienes le hacen mal a otros. La debilidad no es una excusa, sino un agravante.
El cobarde no tiene la energía para decir la verdad. Si reconocemos esta situación, no vamos a hacer el comentario, permaneceremos en silencio y habremos aumentado la valentía de saber callar. Esta valentía puede ser la ocasión de que nuestros compañeros chismosos no quieran estar con nosotros. Pero estos compañeros no son amigos. ¿Has pensado alguna vez que el que te habla mal de otro, luego habla mal de ti, cuando no estás?
¿Has pensado que el que te habla mal de otro, luego habla mal de ti, cuando no estás?
La gran tontería es que si lo sabemos, pero el placer de hablar mal de otro es de tal magnitud que no evitamos estos encuentros.
El respeto y el desarrollo del carácter
Esta tontería está relacionada con no saber callar. No podemos estar en silencio, porque nos aburrimos. Le tenemos miedo a nuestro propio vacío. Cuando tenemos deseo de hablar mal de alguien, debemos hacer el ejercicio de callar.
Es posible que descubramos que no tenemos la fuerza para hacerlo y que tenemos que ir a contarle la última noticia a alguna persona o grupo. Si hemos decidido crecer, esta es una ocasión para descubrir nuestra falta de control en el lenguaje. Un ejercicio para comenzar a controlarnos es esperar cinco minutos antes de ir a “echar el cuento”. Luego iremos aumentando el tiempo.
Podemos llegar más lejos y preguntarnos qué es lo que hay en fondo, en el origen de estas conductas. Es posible que no tengamos la respuesta. Pero el hacernos la pregunta nos ayuda a reconocer que no nos conocemos. Para conocernos debemos estar dispuestos a reconocer nuestras debilidades y a comenzar a hacer algo para desarrollar nuestras cualidades.
Aprender de quienes respetan
Esto nos lleva a otro ejercicio. Si queremos respetar a los demás y a nosotros mismos es necesario que nos separemos de los que no respetan a los demás. No podemos pertenecer a un círculo, sin que ese círculo nos influya. Debemos buscar la amistad de las personas respetuosas.
Las personas respetuosas no permiten que otros les hagan chistes ofensivos. Siempre saben negar a tiempo los defectos que otros les quieren imponer. Incluso cuando tienen que reconocer que han hecho algo mal, dejan claro que están trabajando para mejorar. Si tenemos la tendencia a aceptar que otros nos descalifiquen, podemos aprender a responder imitando la actitud de estas personas que se saben hacer respetar.
Pero regresemos al problema de nuestros pensamientos. Muchas veces nos descubrimos pensando mal de alguien. Además descubrimos que nos cuesta parar esos pensamientos debido a que se unen a emociones que no podemos detener. Cuando la emoción toma el control, sentimos como si la corriente de un río nos arrastrase.
Parece como si sintiésemos placer en ver como se derrocha nuestra energía.
Dios nos respeta
Un ejercicio frente a esta situación si somos religiosos, es la de pensar en Dios, en Jesucristo, en la Virgen o en la Santa Madre del Mundo o en cualquier imagen por la que tengamos reverencia y pedirle que nos vea. Que vea que hemos perdido el control.
Alguien podría decir: “No voy a meter a Dios en esto”. Pero ese es el punto. Al existir la libertad, Dios no va a interferir, mientras no se lo pidamos.
Para seguir con el ejemplo anterior, podemos recordar el cuento o Parábola del nuevo testamento referido por Jesús sobre el hijo pródigo.
Cuando el hijo de un hombre muy rico decidió irse, su padre aceptó y le dio la herencia que le correspondía. Durante años, el padre siempre se iba a una empinada para ver si su hijo regresaba.
Pasaron años y un día un mensajero llegó hasta el Padre y le entregó una carta. En ella el hijo relataba como había malgastado su herencia y como estaba ahora en la ruina. Le pedía a su padre que lo recibiera nuevamente.
Su padre lleno de felicidad lo fue a buscar, regresó con él e hizo una fiesta.
Todos somos hijos que hemos malgastado la energía que nos dio Dios. Él está esperando que lo llamemos, porque él no va interferir en nuestra libertad. Pero si lo llamamos, nos reconocerá como sus hijos.
Hay otra imagen que puede ayudar a comprender la idea de que Dios no va a interferir con nuestra libertad.
Se dice que los seres humanos nos hemos alejado tanto de Dios que hemos puesto velos entre él y nosotros y su luz ya no puede llegar hasta nosotros.
La idea no es que Dios sea impotente para conocernos, la idea es que nosotros de manera libre no queremos que él nos vea y nos hemos incomunicado.
En uno de los sueños de la Dra. Kingsford se presenta esta imagen. Una traducción está en Sueño 1: los tres velos entre el Hombre y Dios. Anna Bonus Kingsford. En este sueño se muestra que somos nosotros quienes tenemos que quitar esos velos.
Este respeto también exige paciencia con nosotros mismos y con los demás. De la misma forma en que queremos que nuestros compañeros aprendan de manera rápida, sin tener consideración con sus procesos de aprendizaje, también queremos superar nuestros defectos en seguida. Sin embargo, todo aprendizaje exige un proceso. Lo importante es dar el siguiente paso. Una forma de respeto a nosotros mismos es la de darnos tiempo para aprender de manera ordenada
El respeto y la humildad
Además, debemos aprender a aceptar la ayuda de los demás. Una forma de no comprender que la ayuda viene por intermedio de otros es cuando decimos: “no acepto ayuda de nadie por que quien me ayuda es Dios”. Sobre esto hay otro cuento que nos puede ayudar a aclarar lo que queremos expresar.
Se cuenta que en una ocasión un sacerdote, que confiaba todo a Dios, estaba en una lancha lejos de la playa, cuando una ola volteo la barca y la destrozó. El hombre no sabía nadar y lo primero que hizo fue encomendarse a Dios.
En eso vio que una parte de la lancha se aproximaba de manera que podía montarse en ella, pero el sacerdote se dijo. No voy a buscar un auxilio material. Dios hará un milagro y me salvará. Sin embargo, como el hombre no sabía nadar, se ahogó.
Al llegar al mundo celestial, el hombre se quejó, Dios si sabes que siempre he creído en ti, ¿porque no hiciste un milagro y me salvaste? Dios le contestó, te envié un trozo de la lancha para que te mantuvieras a flote hasta que llegaran otros marineros a salvarte. Pero no entendiste mi milagro. Tu elegiste tu destino.
Aceptar las oportunidades
Así que otra forma de irrespetarnos es no saber aprovechar las oportunidades que nos da la vida. A veces el orgullo nos impide ver la manera sencilla en la que aparecen las personas dispuestas a ayudarnos, pero queremos que todo se dé de manera ostentosa. Queremos un milagro y no vemos que en la vida, todo es un milagro. Solo apreciamos las maravillas cotidianas cuando las perdemos.
Esto también ocurre cuando pedimos conocimiento superior. No vemos que esos conocimiento se van elaborando y desarrollando en nuestro trabajo diario. Queremos conocerlo todo de una sola vez. No nos damos cuenta que en la búsqueda del conocimiento científico del mundo material, ningún científico lo sabe todo.
Un paso a la vez
Es posible que sepa algo de muy diferentes ciencias, pero se esmera en una de ellas. Tampoco sabe todo de la ciencia en la que trabaja. Elige un campo y cada día avanza de manera meticulosa. Además, y esto es muy importante, observa el trabajo de otros que están en su misma línea. Este proceso de aprendizaje del mundo material se repite en la búsqueda de conocimiento del mundo espiritual.
En el conocimiento del mundo espiritual, nos dice Steiner, hay que ir paso a paso. Uno de estos pasos es el tema que estamos tratando: El del respeto a los demás y a nosotros mismos. Nos hemos referido al respeto a las demás personas, sin embargo, el mundo es más que gente.
El respeto a la Naturaleza
¿Hasta qué punto sentimos respeto por las plantas? Es posible que tengamos plantas y no las cuidemos o que tengamos animales y no nos preocupemos por darle alimentación cada día y a tiempo. Muchas veces ocurre que conseguimos una mascota, pero consideramos que quienes los deben cuidar son nuestros familiares. No nos hacemos responsables por nuestras decisiones. Si el animal pasa hambre culpamos a los demás.
El respeto llega incluso a las cosas que tenemos. ¿Tendemos nuestra cama cada mañana? ¿El sitio donde estudiamos está en orden? ¿Qué podemos hacer para mejorarlo? ¿Nos vestimos de manera de agradar a los demás o consideramos que los demás nos tienen que aceptar de cualquier manera?
Al escribir, también debemos estar atentos para que los demás entiendan lo que hemos escrito. Una letra difícil de leer es una falta de consideración hacia los demás. Si escribimos para que otro nos lea, debemos hacer un esfuerzo para que la letra sea muy clara y no le complique la vida al lector. Por suerte, la mayoría de los textos se escriben hoy en día en computadora. Sin embargo, también está el problema de la ortografía. Debemos hacer un esfuerzo por escribir bien y usar las ayudas que dan los correctores de texto de la computadora.
Cuando explicamos algo también debemos usar expresiones que nuestros oyentes entiendan. Evitar expresiones que sabemos que no conocen. Si las vamos a usar debemos explicar su sentido. Esto es respetar a los demás y respetarnos a nosotros mismos.
Este respeto a los demás no tiene que quedarse en la apariencia. Nos debe transformar internamente. Aprender a mostrar respeto por los demás es importante. Saber controlar nuestro deseo de hablar mal de otro es un avance. Sin embargo esto puede ser solo algo externo. Dentro de nosotros pueden continuar las emociones negativas. Ya hemos visto que estas emociones nos hacen daño, pero ¿Qué debemos hacer?
El respeto y las emociones
Un paso importante es observarnos. ¿Qué emociones negativas sentimos al leer noticias? ¿Hasta qué punto les deseamos mal a ciertos políticos? ¿Hay países a los que detestamos? ¿Sentimos felicidad malsana cuando sabemos a alguien famoso que detestamos le va mal?
Nos hemos acostumbrado a creer que estas emociones son normales. Sin embargo, son síntomas de una enfermedad. Ya hemos visto que estas emociones negativas nos hacen perder energía. Pero esa pérdida de energía es un síntoma de algo más profundo.
Desarrollo de la sensibilidad
Schopenhauer nos dice que para salir de ese mundo de maldad, que está tan relacionado con el mundo de los sentidos, debemos desarrollar la sensibilidad. Es decir, alimentar los sentidos con cosas nobles. Él propone desarrollar la habilidad artística. Nos dice que el arte nos lleva a una realidad que no despierta las emociones inferiores de ira, odio, envidia, etc. Para decirlo de otra manera: si despierta nuestros deseos básicos como el sexual, el hambre o las emociones negativas ya señaladas no es arte.
Schopenhauer lo expresa con un ejemplo:
Si vemos la pintura de una fruta y en vez de exaltarnos hacia una idea superior nos produce hambre, esa obra no es una obra de arte. Al menos no está cumpliendo la función artística con nosotros.
Si vemos la pintura de una fruta y en vez de exaltarnos hacia una idea superior nos produce hambre, esa obra no es una obra de arte. Al menos no está cumpliendo la función artística con nosotros.
Hoy en día escuchamos música con frecuencia. Podemos preguntarnos cuales canciones o música sin letra nos eleva y cuales nos producen emociones negativas. Esta es una forma de saber si nos estamos sensibilizando o animalizando. La idea no es luchar contra el mal, la idea es ponernos del lado del bien y escuchar la música que nos eleva.
Querer escuchar música que nos degrada y decir que vamos a demostrar que somos superiores a ella, es no entender que las circunstancias que elegimos nos condicionan. Si tenemos que escuchar música que no nos hace bien, una solución es tener pensamientos que nos eleven. de esta forma dejamos de prestarle atención a esa música.
Arte sin emociones negativas
Stefan Zweig también hace referencia a este tema en su trabajo sobre el escritor Heinrich von Kleist.
Kleist fue un escritor reconocido. Sufrió mucho porque él sabía que no lograba hacer una obra de rango genial. Stefan Zweig nos explica cuál era el problema. Kleist, era un buen escritor, pero no había logrado desarrollar su sensibilidad hasta el punto de no despertar emociones negativas en sus lectores.
Esta es una observación muy aguda. Cuando leemos una obra, esta nos debe elevar y ayudar a desarrollar nuestro altruismo. Si, por el contrario, despierta sentimientos de odio, no es una verdadera obra de arte. Hay muchos supuestos escritores que consideran que ser escritor es escribir y no se preparan leyendo las obras de grandes escritores. No están dispuestos a desarrollar su sensibilidad. Al final escriben trabajos que no elevan a sus lectores.
Es cierto, que si alguien quiere ser escritor, debe escribir. Pero también debe estudiar el arte de ser un buen escritor. Esto es otra forma de respeto a sí mismo y a los demás.
Insistimos en que esta idea de aprender a respetarnos y a respetar a los demás es un paso muy importante para desarrollar nuestra capacidad de desarrollar la vida espiritual. El respeto a nosotros mismos incluye saber elegir la música que escuchamos, las obras que leemos y, en general, los museos a los que vamos.
En síntesis
Todo el trabajo para lograr el conocimiento superior está relacionado con el desarrollo de la sensibilidad.
Este trabajo se relaciona con el respeto a nosotros mismos y a los demás, con la reverencia a Dios y con el control de nuestras emociones por medio de la actividad artística. Esta actividad artística incluye ser receptor de las obras de los grandes artistas y en la medida de lo posible que seamos productores de alguna actividad artística o al menos estudiantes de algún arte.
Pero lo primerio que tenemos que comprender es que es un trabajo con nosotros mismos. En la medida en que estemos preparados, recibiremos los conocimientos superiores
Este trabajo se relaciona con el respeto a nosotros mismos y a los demás, con la reverencia a Dios y con el control de nuestras emociones por medio de la actividad artística.
Referencias
Anna Bonus Kingsford Sueño 1: los tres velos entre el Hombre y Dios
Rudolf Steiner en su obra ¿Cómo se adquiere el conocimiento de los mundos superiores?
Lev Vygotsky Pensamiento y Lenguaje
José Contreras redactor y traductor en la gran familia de hermandadblanca.org
Sugerencias de enlaces
Kingsford: Sueño 1: los tres velos entre el Hombre y Dios.
Arnold Schweinzer Premio nobel (1) Reverencia a la vida
Rudolf Steiner Filosofia de La Libertad (4): IX LA IDEA DE LA LIBERTAD
En mi opinión, una verdadera obra de arte es aquella que activa los rincones más profundos del alma y, en esa hondura, existen sentimientos tanto positivos como negativos. Ejemplos tenemos muchos. Dalí, en su obra refleja sus miedos y frustraciones sexuales provenientes de su infancia causados por un padre extremadamente rígido. El gran masturbador, Canibalismo en otoño y muchos más, a través del método paranoico crítico, transmiten traumas del autor. Por otra parte, la angustia que provoca observar con detenimiento un cuadro de Munch te transporta a su propio sufrimiento provocado por el pánico a la muerte y a un sinfín de sentimientos negativos que tienen tanta fuerza como los que puede generar un cuadro alegre. En la música y la poesía también existen muchos ejemplos.
En resumen, lo que pretendo transmitir es que si hay arte, hay pellizco en el alma y el alma recuerda la tristeza, la alegría, los pecados, y… ¿quién no ha pecado alguna vez? Porque en la dualidad del ser humano creo que intervienen tanto el Dios Apolo como el Dios Dionisio.
Una humilde opinión.
Gracias por el artículo, invita a reflexionar. Un abrazo y luz.
Muchas gracias por su aporte.
Al igual que usted considero que no hay temas prohibidos en el arte.
El punto es si una obra me ata a mis emociones negativas o me ayuda a desarrollar mi sensibilidad, por ejemplo, frente a la guerra.