Coronavirus (1) el día después con más altruismo.

Ahora que estamos confinados en la casa, Lo que tenemos es tiempo y debemos aprovecharlo.

En esta ocasión vamos a referirnos al tema actual. Vamos a tratar de comprender cuales son los cambios que están ocurriendo.

Pero vamos a tomar un enfoque diferente. Nosotros somos actores de este proceso. Podemos vivirlo como seres pasivos que sufren por las circunstancias. También podemos tomar el control y ver que decisiones podemos tomar. Si estamos limitados por imposiciones exteriores, también podemos estar limitados por decisiones propias.

En la medida en que más personas en todo el mundo aprendan a aprovechar la situación para producir los cambios que desean, en esa medida se van a producir los cambios que todos deseamos. Queremos un mundo de paz, de felicidad, de salud.

Estamos como Noe, confinados y esperando a que pase la tormenta. El día después vamos a preguntarnos si hemos aprendido algo de esta experiencia. Vamos a preguntarnos si la humanidad ha aprendido algo. Un día después estaremos entrando de lleno al siglo XXI.

Vamos a comenzar.

Estamos como Noe en su Arca, confinados y esperando a que pase la tormenta. El día después vamos a preguntarnos si hemos aprendido algo de esta experiencia.

Cuando han ocurrido hechos históricos, lo que nos cuentan los libros de historia es lo que surgió después. Los que tuvieron éxito. Casi nunca se hace referencia a las tendencias antes del desenlace. Las tendencias que desaparecieron después del desenlace. Esto tiene sentido, ya que hablar de lo que pudo haber ocurrido si la historia fuese otra es perder el tiempo.

Pero ese no es el tema a que nos referimos. Queremos estar conscientes de los cambios que van a ocurrir y a los que nos tenemos que adaptar. Esto también exige comprender que es lo que desaparece con esta situación mundial. Así que no nos estamos refiriendo a lo que pudo haber ocurrido, sino a lo que ya no volvió a tener el predominio que tuvo.

Tampoco nos referimos solo a la historia de los países, también nos referimos a la historia individual.

Comencemos hablando de la tendencia de las personas que consideran que siempre están protegidos. Hay quienes dicen “A mí no me va a pasar nada”. Esta posición puede ser un error. Si la persona quiere decir que no se va a proteger, es posible que este corriendo riesgos innecesarios. Debemos respetar las normas que se dan sobre cómo evitar ser infectado. También debemos ayudar a los demás a protegerse.

Debemos respetar las normas que se dan sobre cómo evitar ser infectado. También debemos ayudar a los demás a protegerse.

Esa expresión de “a mí no me va a pasar nada”, es una forma de orgullo. El problema del orgulloso es que tiene un exceso de confianza. Aparenta más fuerza de la que tiene y por esta razón se enfrenta a situaciones a las que no puede controlar. La prudencia es una forma de protección indispensable frente a situaciones de incertidumbre.

Estamos aprendiendo a tomar decisiones en tiempo de incertidumbre. Este es uno de los cambios que están ocurriendo. Tiene que ocurrir a nivel individual. Pero al ocurrir en muchos individuos se produce un cambio social. Estamos aprendiendo que hay normas que hay que respetar. Descubrimos que el Estado tiene el poder de reprimir en los casos en que algunos individuos se resisten a seguir las instrucciones.

Cuando esta situación de emergencia pase, se harán evaluaciones del proceso. Se buscará cuando el Estado se excedió y cuando algunos ciudadanos pasaron la raya. Es posible que después de la crisis,  surjan nuevas normas que regulen estas relaciones Estado – ciudadanos para las futuras emergencias.

Una de las emociones que pueden surgir es la del miedo. Si sentimos miedo debemos reconocer que es porque ese miedo siempre estuvo allí y ahora tiene ocasión de surgir. En vez de relacionar el miedo con la enfermedad, lo que debemos hacer es comprender que el virus es una cosa y el miedo es otra muy diferente. No podemos hacer nada para detener la epidemia. ¡Claro podemos prevenir y protegernos! Pero, además de la prevención,  podemos trabajar sobre el miedo.

¿Cómo vencer el miedo? Primero no tratar de impedirle su expresión. Es una energía y va a buscar paso. Lo que podemos hacer es darle otro cauce. Vamos a enfocarnos en enviarles amor a todas las personas que lo necesitan. Pensemos en los médicos, en los ancianos, en las personas que tienen algún familiar enfermo por el coronavirus. Vamos a enviarles mucho amor.

Vamos a enviarle mucho amor a toda la naturaleza, nuestra gran madre. Esta es una gran oportunidad para convertir esa energía de miedo en altruismo. Pensemos en que tenemos una energía inmensa que puede producir miedo, pero, esa misma energía, también puede producir amor. En la medida en que la usamos para ayudar a los demás, el miedo se quedará sin energía y se irá apagando poco a poco. Al mismo tiempo aumentará nuestra capacidad para expresar amor.

Esta es una gran oportunidad para que el miedo este entre esas cosas que van a desaparecer en nuestra vida personal.

¿Cómo vencer el miedo? Primero no tratar de impedirle su expresión. Es una energía y va a buscar paso. Lo que podemos hacer es darle otro cauce.

Además de estar recluidos en la casa, que es una buena precaución, estamos viendo que en algunos países los habitantes de las ciudades están regresando a sus pueblos. Esto podría ser una consecuencia de esta crisis. Muchas personas podrían descubrir que sus pueblos son más seguros que la ciudad. Hoy en día existen vías para estar conectados con el mundo. No es necesario estar en una ciudad para tener muchos beneficios como, por ejemplo, el internet. 

Si esta tendencia se mantiene después de la pandemia, veremos resurgir algunos pueblos y veremos cómo se le exige al Estado darle a los pueblos muchas de las ventajas que se le han dado solo a las ciudades.

Escuchamos muchos rumores. Que la epidemia comenzó con unos animales salvajes infectados que sirvieron de alimento a unas personas y estas se infectaron. Que el virus fue elaborado en un laboratorio. Hay muchas versiones. Podemos elegir cualquiera de ellas o ninguna.

Lo importante es aprender que no debemos permitir que nuestras emociones se apeguen a alguna versión. Es posible que algún día conozcamos la versión real. Pero no tenemos que buscar culpables. En la medida en que queremos culpables, estamos justificando nuestras emociones.

Después de  esta crisis, vamos a discutir el uso de los medios. Tanto de parte del Estado como de parte de instituciones periodísticas o de individuos. Muchos medios tienen intereses y usan las crisis para defenderlos. De alguna manera buscan que nos parcialicemos emocionalmente. En la medida en que respondemos con emoción y no reflexionamos nos pueden controlar.

El derroche de nuestras emociones nos hace débiles. En el caso actual, nos enfermamos no por el virus, sino por los rumores. En vez de perder nuestras energías, podemos preguntarnos qué tengo que aprender de esto.

Una de las cosas que tenemos que aprender es que estar confinado en la casa es una forma de aceptar nuestra responsabilidad. No queremos ser contagiados, pero tampoco queremos ser la ocasión para contagiar a otro.

Estamos privados de libertad. ¿Cómo modificar esta situación y tener nosotros el control? Podemos tomar la decisión de privarnos de libertad. Puede parecer una ironía. Pero reflexionemos. Hay cosas que queríamos eliminar pero nunca comenzamos. Por ejemplo, de algunos alimentos que no son saludables. Esta es una oportunidad. Nadie nos obliga. Sería una decisión nuestra.

Hay otras que no se refieren a la alimentación física, sino a la emocional. Tenemos la oportunidad para revisar esas emociones que han estado ocultas a nuestra conciencia pero muy visibles para quienes tienen que soportarnos. Es el momento para revisar que emociones surgen en el trato con nuestros hijos y con nuestra esposa.

Ahora tenemos el control para decidir no expresarlas en forma negativa sino convertirlas en amabilidad. Si tenemos que hacer algo que nos desagrada, podemos decirnos “esta emoción está confinada” solo se podrá expresar como amabilidad. Si es una relación con nuestro hermano o hermana, podemos tomar una decisión similar. La idea es aprovechar que estamos con nuestra familia para convertir nuestras emociones en sensibilidad.

Si tenemos que hacer algo que nos desagrada, podemos decirnos “esta emoción está confinada” solo se podrá expresar como amabilidad.

Incluso podemos decir “he decidido estar confinado en mi casa para aprender a ser amable con mis familiares”. Esta es una forma de tomar el control de una situación que no decidimos, pero que nos ofrece una oportunidad única en la vida para transformarnos.

Ser amables con nuestros familiares implica dejarle un tiempo y un espacio para cada uno. Es importante que cada uno de los miembros de la familia sepa que hay un tiempo y un espacio en el que no van a ser molestados. Que pueden realizar sus actividades sin ser interferidos.

Si millones de personas hacen un esfuerzo para ser mejores personas con sus familiares, el cambio planetario sería increíble.

Vamos a insistir en el tema. Hay algo que parecía imposible. Siempre nos quejamos por no tener tiempo para atender a la familia. La justificación ha sido el trabajo, los negocios. Esta evasiva desapareció.

Estamos todos en la casa. Tenemos que aprender a ser amables o vamos a vivir en un infierno. Ahora podemos atender a nuestros hijos, podemos hablar con ellos. Las parejas pueden interactuar en las tareas del hogar.

Estando todos juntos tenemos la oportunidad para conocernos, para ayudarnos, para ser amables. Este es el momento en que podemos decir esas palabras dulces que no sabíamos decir. Es el tiempo de escucharnos.

Esto también exige un cambio de actitud. Es el tiempo para darnos cuenta que hay conductas de los demás que nos producen ciertas emociones y que nuestra respuesta siempre ha sido culparlos. Es el tiempo para hacernos responsables de nuestras emociones y dejar de culpar. Yo soy quien tiene que educar mis emociones.

Estamos en medio de una guerra a escala mundial por el coronavorus. No sabemos si alguien cercano va a caer en esa guerra. No es tiempo para ofendernos, es tiempo para amarnos. Los familiares también están sufriendo en esta vivencia mundial.

Además descubrimos quienes son los más cercanos. Los amigos de las farras, los amigos de fiestas ya no están con nosotros. No eran tan necesarios como creíamos. Podemos vivir sin ellos.

En momentos de dificultad tenemos a muy poca gente cerca. Pero los que conviven con nosotros, son los que en un este momento de crisis estan cerca de nosotros. Ellos son los que se sienten responsables por nosotros.

Los amigos de las farras, los amigos de fiestas ya no están con nosotros. No eran tan necesarios como creíamos. Podemos vivir sin ellos.

¿Por qué vamos a crear más tensiones? ¿Por qué no usar esta oportunidad única que nos da la vida para aprender a amarnos?

Estamos perdiendo el egoísmo. Comienzo a reconocer que en mi familia, los demás necesitan que yo les de espacio.

El planeta tierra es nuestra casa. Así como actualmente estamos confinados en nuestra casa, siempre hemos estado confinados en el planeta tierra. No es un castigo. Tener una casa es un regalo. Si tenemos una casa debemos cuidarla, limpiarla, embellecerla.

Todos somos responsables de todos. Hace poco leí un tweet que decía. “La gente ha cambiado, ahora todo el mundo le desea salud a su vecino”. Es un mensaje que nos dice que nos estamos haciendo conscientes de que el otro es mi responsabilidad. Incluso de manera egoísta. Si el otro está enfermo, yo me puedo enfermar.

Pero es más que esto. Mi vecino también es el que vive en el país de al lado. Mi vecino es el que vive al otro lado del océano. Deseamos que todos los países tengan salud. Nunca lo habíamos visto con tanta claridad. La envidia está desapareciendo. Algún día desearemos que además de salud, tengan riqueza, que sean felices, que tengan paz.

Si comprendiésemos que la envidia es peor que un virus, desearíamos que el éxito para todos los seres y países.

Antes del coronavirus no teníamos tiempo para desarrollar algunas actividades que deseabamos realizar. Deseábamos pintar, pero nos faltaba el tiempo. Deseábamos cuidar el jardín pero no podíamos perder el tiempo. El tiempo era para las cosas importantes. Ahora que estamos confinados en la casa, Lo que tenemos es tiempo y debemos aprovecharlo.

Incluso podemos meditar. Podemos escuchar música y relajarnos.

Recibí el siguiente mensaje de un colega. Es sobre un YouTube en el que señala que:

“la Dra. Fe Maria Vahlis y el Maestro compositor y arreglista Jorge Daniel Rojas han elaborado una composición en Frecuencia 528, reparadora de ADN, denominada del amor y los milagros. En el Ser humano produce serenidad y estimula al Sistema Nervioso Parasimpático, encargado de compensar el estrés, el miedo, la angustia, reparar daños celulares, fortalecer al Sistema Inmunológico, y evitar enfermedades y lo más importante restituir la Salud .

Se recomienda su escucha antes de dormir, en familia, en salas de emergencia, y a cualquier hora. Lo han probado pacientes, ancianos y jóvenes, en hogares, armonizando ambientes, meditantes, etc. con mucho éxito. Reenvíelo libremente, puede ser de mucha ayuda para usted y los demás, es importante que adjunte al audio esta nota explicativa”.

https://youtu.be/Cn_EPsvLzmk

https://www.youtube.com/watch?v=Cn_EPsvLzmk&feature=youtu.be

Quiero compartirlo por esta vía.

La Dra. Fe Maria Vahlis y el Maestro compositor y arreglista Jorge Daniel Rojas han elaborado una composición en Frecuencia 528, reparadora de ADN,

En estos días de reclusión por el coronavirus, vemos las noticias y sabemos que las ciudades se están haciendo más limpias de polución. Que los ríos de las ciudades se están llenando de peces, que en las calles de las ciudades están apareciendo aves. Comprendemos que los seres humanos les hemos puesto límites a la naturaleza, pero que cuando le damos espacio, ella se reacomoda.

Pero tenemos que comprender que nosotros somos parte de la naturaleza. Ella se quiere expresar en nosotros con el arte, con actividades de compañerismo con nuestros familiares. Nosotros también estamos cambiando. Nuestros familiares también están cambiando. Es el tiempo para crear una familia. Esa familia que nunca fuimos. Esa familia que queremos ser.

El mundo se ha hecho muy pequeño y nuestra familia se ha hecho muy grande. Algo ha cambiado. En una predicción de Eliphas Levi hecha en el siglo XIX, decía que llegaría una época en la que podríamos hablar y nuestra voz se escucharía en cualquier sitio del planeta.

Parecía una profecía absurda, sin embargo, hoy, con un celular, podemos comunicarnos con cualquiera en cualquier sitio del mundo. Nuestra voz puede ser escuchada en cualquier sitio, incluso cuando ya ni recordamos lo que dijimos, por ejemplo por YouTube.

Pero ahora estamos frente a otro fenómeno. Sabemos que las personas de cualquier país tienen situaciones muy similares a las nuestras. Casi todas las familias del mundo están recluidas en su casa. Los políticos más poderosos y los campesinos más modestos de pueblos lejanos, estamos unidos por un tema el coronavirus. Nosotros no elegimos esta situación pero la estamos viviendo. No es la primera vez que un pueblo tiene que vivir situaciones que no ha elegido. Lo que cambia es que ahora es todo el planeta.

Esta frase de Aldea global y la de El mundo ya cambió pero no nos hemos dado cuenta son de Marshall McLuhan. Su trabajo fue muy conocido en los años sesenta. Pero podríamos decir que se hace evidente después del coronavirus.

La humanidad nunca había estado tan consciente de que hasta un virus microscópico liberado en China, podía afectar a cualquier país del planeta. Hoy en día hablamos de mensajes que se hacen virales (¡Seguimos usando esa palabra!). Nada es casual. Lo que estaba oculto, ahora se hace evidente. Hemos querido creer que podemos beneficiarnos de otra persona, o de un pueblo o de un país, sin que el daño realizado se revierta.

Lo que ha cambiado es que los procesos que tardaban años para ver las consecuencias, ahora tardan segundos. Estamos interconectados.

También con el miedo y el amor están interconectados con el planeta. Lo que sentimos lo enviamos.

Incluso no nos damos cuenta que cuando enviamos mensajes por internet, estamos usando miles de computadores que están conectados. Nuestros mensajes viajan por la red. Pero esa red son nuestras propias computadoras. Si todos apagaran su conexión a internet no podríamos enviar mensajes. Muchos mensajes pasan por nuestra computadora para seguir el viaje hasta llegar a su destino. Estamos interconectados.

También el miedo y el amor están interconectados. Nosotros somos los transmisores. Cuando tenemos miedo contagiamos a otros que están dispuestos a aceptar esos mensajes. Cuando enviamos amor, contactamos a otros que lo necesitan. Nuestros pensamientos no son tan privados como  quisiéramos. La mente del planeta es la reunión de todos los pensamientos de todos los seres humanos. Por esto tenemos que ser mejores, si queremos que el mundo sea mejor.

Hemos hecho un recorrido sobre los posibles cambios que pueden ocurrir. Podemos se pasivos y dejar que el mundo siga su curso. Podemos vivir esta crisis culpando a los demás y sintiéndonos víctimas de todo el proceso.

Pero también podemos ser actores y decidir que esta situación la vamos a aprovechar. No es mejor ni peor que las demás que hemos vivido. Aunque hay un cambio importante: sabemos que todos los habitantes del planeta están viviendo una situación muy similar.

Si cada uno se hace responsable de su situación. Si cada uno hace lo posible para encausar sus energías hacia la amabilidad a la familia, hacia el reconocimiento a los médicos y a todo el personal sanitario que está luchando para controlar la expansión del coronavirus, al finalizar esta crisis todos seremos mejores seres humanos.

Tenemos la oportunidad para aprender a amar a los demás. Lo primero es descubrir que esos demás son nuestros seres más cercanos: nuestra familia y lo segundo es comprender que nuestra familia también es la inmensa población del planeta tierra. Llegamos a la aldea global.

Así como Noé estuvo recluido en su Arca esperando que pasase el diluvio universal; Ahora nosotros en el siglo XXI estamos recluidos en nuestras casas esperando que pase esta pandemia mundial.

Estamos como Noe, confinados y esperando a que pase la tormenta.

El día después, lo estamos construyendo ahora. El futuro será lo que estamos aprendiendo en el presente. La novela que estamos escribiendo en este planeta ha llegado al punto en que no hay vuelta atrás. Cuando Colón descubrió América nadie supo que se había descubierto un nuevo continente. Pero algo había cambiado para siempre.

Todos estamos construyendo el día después. Esperemos que sea para mejor y que no tengamos que volver a vivir esta experiencia.

Referencias

Fe Maria Vahlis y el Maestro compositor y arreglista Jorge Daniel Rojas

Marshall McLuhan. En Wikipedia.

José Contreras redactor y traductor en la gran familia de hermandadblanca.org

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