El orientador escolar, brújula de conciencia social
El orientador escolar es ese profesional que, en las instituciones educativas, realiza promoción de la salud y prevención de la enfermedad muy similar a lo que hacen los terapeutas: curadores del mal, sanadores del bien.
Se puede concebir al orientador escolar como un agente educativo en compromiso con la mejora de la institución, que colabora con los docentes para mejorar el desarrollo de los estudiantes de manera integral, trabajando en estrecho vínculo con el equipo directivo y promoviendo la innovación en la práctica diaria.
Los cambios que plantea la “Aldea Global” como expresión de la profunda restructuración cultural, implican modificaciones en las dinámicas de organización de la sociedad y en particular del sistema educativo; en tanto que el conocimiento del mundo se vuelve una necesidad intelectual y vital al mismo tiempo que reconocer y conocer los problemas del mundo. El ser humano se encuentra inmerso en un contexto global y consecuentemente hace responsable a la educación, en la medida en que ésta tiene un papel fundamental en el desarrollo de los individuos y de las sociedades.
Cuando se describe y se intenta explicar el sentido social y la naturaleza del quehacer educativo, como consecuencia de los cambios y transformaciones propias de dicho proceso de globalización, en los ámbitos político, económico y social; aparece la escuela como una instancia de mediación cultural entre los significados, los conocimientos, los sentimientos y las conductas del individuo y de su relación social; lo cual sugiere revisar permanentemente los contenidos y las prácticas educativas.
En consecuencia, la concepción compleja del género humano comprende la relación individuo- cultura-sociedad, y una función vital de la escuela es comprometerse con el proceso de SER lo cual ha de redundar en sus relaciones con el entorno, su compromiso con la sociedad y su poder de transformación.
En esta relación, el Orientador escolar tiene la responsabilidad de intervenir para interactuar con los complejos esquemas de creencias, actitudes, expectativas, formas de sentir y de aprender, formas de hacer en el aula que indiscutiblemente, llevan implícito la afectividad requerida para la construcción del conocimiento y el ejercicio de los valores.
Cada vez es mayor el número de personas que encuentran intolerable el efecto de la delincuencia sobre la calidad de vida, como consecuencia, «la ley y el orden» se han convertido en temas políticos importantes. El orientador, al ser proactivo e interactivo, considera que la delincuencia es un producto conjunto del individuo y la sociedad. La orientación escolar se aborda desde la promoción juvenil y la prevención integral, haciendo uso del pensamiento sistémico para contrarrestar los factores de riesgo con factores protectores.
CONCIENCIA INDIVIDUAL: las personas.
La conciencia es una especie de órgano de percepción y orientación dirigido, en primer lugar, hacia el medio ambiente. La conciencia utiliza ciertas funciones para orientarse en el espacio exterior: la sensación, la intuición, el pensamiento y el sentimiento. En el espacio interior la conciencia se orienta mediante la memoria y la afectividad. Ser consciente es percibir y reconocer el mundo exterior, así como el propio ser en sus relaciones con el mundo exterior.
A los 7 años de edad se presenta la crisis de laboriosidad la cual se resuelve mediante la disciplina de estudio en el aula. El orientador ayuda a los niños a determinar la ubicación de un objeto en el espacio y un momento en el tiempo, favoreciendo además la identificación de patrones y secuencias, así como la toma de conciencia del autoesquema.
La orientación escolar tiene como objetivo fomentar los procesos continuos de ayuda al alumno para que desarrolle al máximo sus capacidades en la dirección más beneficiosa para él, su familia y el contexto donde se desempeña. El docente orientador comienza un proceso de evaluación con el fin de determinar las habilidades y dificultades de sus alumnos en diferentes áreas, y así poder darles el direccionamiento adecuado.
Para el docente orientador la evaluación tiene un elemento constitutivo integrador: su objeto de evaluación escolar es más amplio, pues su mirada está permanentemente puesta en el desarrollo integral de las niñas, niños y jóvenes. De esta manera el saber pedagógico del docente orientador ilumina la visión sobre el progreso educativo de cada individuo, no desde las dinámicas de la academia y la apropiación de saberes culturales, sino ante todo desde la preocupación por la maduración e integración de la personalidad: diferentes procesos del desarrollo humano.
La educación y la enseñanza en los procesos pedagógicos mejoran notablemente, cuando la pedagogía y la psicología están orientadas a solucionar dificultades de comportamiento y pensamiento en las situaciones educativas. De esta manera, la psicología aborda un campo ya trabajado por la pedagogía (enseñanza), pero aporta un nuevo nivel de entendimiento (aprendizaje) para generar aportes desde una perspectiva psicológica, aplicando conocimientos psicopedagógicos a los actos educativos.
El docente orientador aplica su saber pedagógico en la orientación de las actividades educativas, pero además utiliza los métodos de la psicología en el estudio del aula y la vida escolar. El orientador se interesa en conocer el funcionamiento de la mente-conciencia y tiene claro que la mente individual es personalidad, pero la mente grupal es conciencia.
El conocimiento de sí mismo se desarrolla en la medida en que el niño da sentido a sus acciones, controla y selecciona el conocimiento del entorno según sus necesidades. El orientador ofrece una impresión diagnóstica que guiará al terapeuta en la identificación de un trastorno específico. Un estado mental se relaciona con trastornos del Eje I, mientras que los rasgos de personalidad indican trastornos del Eje II. Hay algunos estilos personales que, sin configurar un desorden de personalidad, muestran un perfil cognitivo similar a ellos.
CONCIENCIA GRUPAL: los aprendices.
La conciencia se expande por medio del contacto, por la apreciación inteligente de aquello con lo que se hace contacto y por la comprensión de lo que ha de conseguirse por medio de un contacto específico. Aquello con lo que ha de hacerse contacto depende del impacto recíproco y, en consecuencia, el deseo (la búsqueda de sensaciones) y el sentimiento (el reflejo de ese deseo) es de real importancia, poniendo constantemente al ser humano en contacto con otros seres. El impacto se transforma en una interacción consciente y el discípulo va progresando en su proceso de aprendizaje en la medida en que forja su carácter presta servicio en su comunidad.
A los 14 años de edad se presenta la crisis de identidad la cual se resuelve mediante la comprensión de los pares de opuestos que se encuentran en los reinos de la naturaleza, entre ellos el humano. El orientador ayuda a los adolescentes a definir su orientación sexual, diferenciando identidad de comportamiento, favoreciendo además la toma de conciencia del autoestima. Los crímenes se originan en gran parte por la pasión sexual, pero el estímulo sexual tiende a manifestarse como valoración de la belleza, así como creatividad en el arte y el trabajo objetivo de la ciencia.
Actualmente el educando-aprendiz es considerado como el centro del proceso educativo y debe participar activamente en su propia formación integral, pero en muchas ocasiones se ve impedido para realizarlo de manera adecuada ya que no ha logrado el pleno desarrollo de su personalidad, es decir que tiene algún conflicto o dificultad en cuanto a la toma de decisiones personales, identificación de aptitudes e intereses, solución de conflictos, participación en la vida académica social y comunitaria, desarrollo de valores, entre otros. Es en tales situaciones donde la orientación educativa sirve como hilo conductor para entretejer la red social que facilite la solución adecuada de los conflictos en los contextos interpersonal, familiar y escolar de niños y jóvenes.
Por consiguiente, ha de facilitar y apoyar la construcción de vida escolar, familiar y social, a través de acciones tendientes al conocimiento, la reflexión, el análisis, la comprensión y la orientación de la relación del niño y el adolescente consigo mismo y con la sociedad, y de la fundamentación de su proyecto de vida en la construcción y desarrollo de procesos de autoestima, autonomía, y socio-afectividad, de valores convivenciales y de habilidades de comunicación y expresión de sentimientos; como pilares de su personalidad y de su identidad como ser humano individual y social.
La ciencia cognitiva ha fortalecido el concepto de inteligencia como contenido propio de la mente, representaciones mentales, y propone las inteligencias múltiples como disciplinas del conocimiento. La inteligencia constituye la manera en que una persona adquiere información, retiene y manipula esa información. En los primeros años de vida la mente queda grabada con un esquema determinado con el que capta partes de la experiencia.
El autoconcepto se fortalece gracias a las representaciones que los adolescentes hacen en los diversos ámbitos de vida, tales como la familia, la escuela, la recreación y la comunidad. El educando aprende a observar el propio comportamiento y a integrar gradualmente su manera de pensar, sentir y actuar. Cuando el orientador ayuda al adolescente a interpretar su proceder desde una perspectiva lógica y fundamentada, crea en el educando la disciplina y el hábito saludable de pensar y pensarse como científico.
CONCIENCIA SOCIAL: las instituciones
La conciencia social se expande gracias a las transacciones que realizan las personas entre ellas y en las instituciones. La Iglesia y el ejército fueron por mucho tiempo las encargadas de estructurar la conciencia moral de los ciudadanos, hoy es la escuela la responsable de potenciar las competencias ciudadanas.
A los 21 años se presenta la crisis de intimidad, la cual se resuelve mediante el servicio activo que se pueda prestar a la comunidad. El orientador ayuda a los adultos a estructurar un proyecto de vida, favoreciendo la consolidación de un esquema constructivo que integre lo ideológico, lo valorativo y lo ideacional. La orientación escolar permite principalmente la construcción de un proyecto de vida como base para que los alumnos puedan fijarse metas, alcanzarlas y lograr la realización personal a corto, mediano y largo plazo.
El Estado, la sociedad y la familia son responsables de acompañar y asistir a niñas, niños y adolescentes, para garantizar su desarrollo armónico e integral en el ejercicio pleno de sus derechos, por ende, establece plena corresponsabilidad entre aquellos actores, para propiciarles a estos últimos un ambiente de afecto y seguridad moral y material. El orientador escolar realiza acciones normativas cuando reporta casos acoso escolar ante un comité de convivencia, remite situaciones de violencia familiar ante una comisaría de familia o referencia al profesional especializado en situaciones de consumo.
El Estado tiene la responsabilidad de garantizar dentro del ambiente escolar, la dignidad, los derechos humanos y el buen trato, y atender las necesidades educativas de los infantes que se encuentren en situaciones especiales o de emergencia. En las instituciones educativas recae la obligación de detectar oportunamente los casos de malnutrición, maltrato, abandono, abuso sexual, violencia intrafamiliar, explotación económica, entre otras, y ejecutar acciones tendientes a solucionar o tratar tales situaciones, coordinando apoyo pedagógico, psicológico o terapéutico. En la familia y en la sociedad recae el compromiso de asegurarles el acceso a la educación y su permanencia en el ciclo educativo, y participar en espacios democráticos de discusión, diseño y ejecución de planes y programas de interés para la infancia y la familia.
El sentido del Yo se fortalece gracias a las representaciones sociales, en cuyo proceso las personalidades interpretan la realidad, y en esa interpretación quedan plasmados sus valores, su posición política, religión, necesidades y roles sociales. Existe una apropiación cognitiva-afectiva de lo social que en última instancia influirá en los estilos de vida.
El orientador escolar procura la integración del sentido y estilo de vida en un proyecto coherente, con soluciones estratégicas que implementará el aprendiz para poder cumplir sus planes y objetivos globales. Si se cree firmemente que trabajar acorde con la vocación determina en gran parte la felicidad de la persona y si además se valora la felicidad como un aspecto muy importante de la vida, el aprendiz se sentirá muy motivado en buscar su verdadera vocación para luego decidir cómo orientar su vida. Se requiere visión, una meta y una brújula de principios: trabajo interno.
A la conciencia social le sigue la conciencia ambiental: el sentirse UNO con la naturaleza. Así, a partir del cuarto reino, el humano, los seres conscientes querrán hacer parte del quinto: el espiritual.